Este libro propone un retorno hasta los primeros manantiales de la infancia, desafiando el curso de la corriente. Las voces de la memoria susurran en el paisaje y en sus venas late el viento del norte, las espigas de todos los veranos y la nieve amontonada. El lugar del paraíso, el huerto cerrado, el locus amoenus, también con sus sedimentos y sus cicatrices: restos de una guerra y residuos del progreso... La inquietud que atraviesa el río y la sentencia de Heráclito, y Manrique... Y la conciencia de que regresamos pero nunca podemos volver del todo y la conciencia de que nos vamos pero algo esencial de nosotros se queda siempre allí. Con La sed del río Amalia Iglesias Serna ha obtenido el XIX Premio de Poesía Ciudad de Salamanca.