La poesía de Ángeles Mora posee las nada frecuentes cualidades de una cuidadísima construcción de la emoción y de una muy sólida ligereza. La verdadera ligereza es algo extremadamente difícil de conseguir, igual que la verdadera claridad, siempre compleja, elaborada y epidérmica. Tiene que ver con la corporalidad del vuelo, y es la marca de los auténticos poetas. «Dentro de nosotros, en el lugar donde estamos más solos, hay unos poemas y una música cerca de una chimenea encendida que sólo se apagará con la muerte», escribe Joan Margarit. Los poemas de Ángeles Mora habitarán siempre este lugar y se transforman ellos mismos en un lugar irrenunciable, una habitación íntima y compartida.