Los versos de La espera recrean tres maneras esenciales de aguardar el "traspiés que nos tiende en el plano último de la vida" (J.R.Jiménez): el amor y sus renuncias, los guiños de la tradición y la reflexión desengañada. Todos ellos entienden los recursos formales y melódicos como un valor solidario del significado. Puede que otros rasgos comunes a los tres "cuadernos" de La espera sean el tono elegíaco impuesto por el correr del tiempo, un leve tinte irónico, la hermandad de coloquialismo y clasicismo, la trascendencia de lo cotidiano o los juegos e irisaciones de la ficción autobiográfica.