Keri, su marido y la hija de ambos, Jenna, forman una familia con más ilusiones y cariño mutuo que recursos. Por ello aceptan, a cambio de trabajo, instalarse en la mansión de Mary, una anciana y afable viuda de la que pronto intuyen que guarda un triste y dulce secreto. Un secreto que poco a poco se irá desvelando en su inefable esplendor y que tiene su símbolo en la ricamente labrada caja de Navidad que estaba abandonada en el desván de la mansión: «Aunque parece vacía, para mí contiene todo aquello de lo que está hecha la Navidad, la raíz de toda maravilla en los ojos de los niños y la fuente de la magia de la Navidad para los siglos venideros...».