Este libro, que Pierre Vidal-Naquet llevaba concibiendo desde hace medio siglo, comienza alrededor del año 355 a.C., cuando Platón redacta Timeo y Critias. Seguramente Platón bebió de la cultura de su tiempo, de Homero a Heródoto y Tucídides, pero el mito del continente perdido, inseparable de una Atenas igualmente imaginaria, es obra suya. No hay que buscar la Atlántida en las profundidades del tiempo o del mar. El mito ha conocido desarrollos increíbles. primero en la Antigüedad griega, romana y protobizantina, explotando literalmente en el Renacimiento, especialmente después del descubrimiento de América, rápidamente identificada por algunos con el continente imaginado por Platón. Otros, poco numerosos, discreparon, el más destacado de los cuales fue Michel de Montaigne. Más tarde, los nacionalistas se apoderaron del tema, de España a Suecia y de Italia a Alemania, especialmente en la época hitleriana. Los estudiosos intentaron explicar mediante el continente perdido tanto la historia del planeta como la prehistoria minoica de la civilizacón griega. Los personajes de Julio Verne asimismo la visitaron o la reconstruyeron, al igual que, en el «,ghetto modelo», de Theresienstadt, un poeta y un músico identificaron con el emperador de la Atlántida al déspota que los encarceló antes de matarlos. Ya era hora de que esta larga historia se escribiera.