Lidia, harta de estar constantemente conectada, busca la compañía familiar. Sin embargo, ni sus padres ni su hermano pequeño tienen tiempo para levantar la mirada de sus cachivaches electrónicos y responder ¡hola! Lidia suspira. Pero, extrañamente, van apareciendo una mariquita que se le posa en su dedo, un caballo que le saluda y a cuyos lomos cabalgará por un verde prado, un orangután, una ballena, un búfalo, un tiranosaurius rex... El irritante timbre de su teléfono móvil la devuelve de nuevo a la realidad.