La novela se sitúa en 1746 en la pequeña ciudad de Nueva York, a la que llega Richard Smith, un joven aparentemente adinerado que no desvela cuáles son sus intenciones, lo que provocará el recelo y las sospechas de sus congéneres. Pero las cosas tampoco serán fáciles para él, que tendrá que esperar casi dos meses para hacer efectivo su dinero, durante los cuáles conocerá la ciudad, con sus diferencias y particularidades, hará amistades y vivirá aventuras variopintas, en las cuales será tomado tanto por héroe como por canalla.
El estilo y el lenguaje me han resultado un poco rebuscados, no sé si la intención era trasladarnos al pasado; también hay descripciones excesivamente largas. No obstante la atención no decae a lo largo de la novela y, sin duda, la sorpresa final, aquello que el protagonista ha ocultado desde las primeras páginas (también al lector), es factible de provocar controversia. Curioso asimismo cuando, en varias ocasiones, el narrador se dirige al lector y le confiesa su desconocimiento de algún tema sobre el que escribe.
La novela recrea el espíritu de la época y el lugar, y aunque algún aspecto de los personajes me ha parecido demasiado moderno para el siglo XVIII, es una lectura amena. Drama, intriga, comedia y amor se aúnan en esta primera obra de ficción del autor, conocido en cambio por sus numerosos ensayos. Recomendable para aquellos que quieran sumergirse en una entretenida aventura en una colonia británica llamada Nueva York...