En 1960, una pequeña isla griega queda incomunicada por un temporal. En el único hotel, el ahorcamiento de una huésped desencadena dudas inmediatas sobre si ha sido un suicidio o un asesinato. Ante la imposibilidad de que la policía griega se desplace a ese lugar incomunicado, el hecho de alojarse ahí un actor mundialmente conocido por haber interpretado a Sherlock Holmes en quince películas hace que los demás huéspedes le pidan que inicie una investigación. Con una clara aspiración de seguir el esquema típico de las novelas de Ágatha Christie y sin pretensión de innovar en cuanto al canon formal del género policiaco inglés de mediados del siglo XX (así lo ha reconocido el autor en muchas entrevistas), “El problema final” atesora dos grandes méritos. El primero, saber reproducir los elementos más reconocibles de las novelas de la creadora de Poirot sin que resulte una parodia (como sí ocurrió con la genial película “Un cadáver a los postres”, hecha con ese afán). El segundo, haber trazado una trama original en cuanto a las motivaciones, coartadas y pasado de los protagonistas y sospechosos. En medio, un sinfín de referencias al universo holmesiano para introducir paralelismos entre la investigación de los hechos y muchos pasajes de las novelas de Conan Doyle. Y como dato final, un tercer mérito: que quien esto suscribe se haya planteado revisar sus prejuicios hacia Arturo Pérez Reverte al no considerarlo un autor literario y ahora sienta la curiosidad de acercarse a su obra. www.antoniocanogomez.wordpress.com
hace 1 año