Stephen Gordon (bautizada así, con nombre masculino por un padre que quería desesperadamente un hijo) no es como las otras muchachas: le gusta la caza, el esgrima, la lectura, se pone pantalones y quiere llevar el pelo corto. Cuando alcanza la madurez se enamora apasionadamente de otra mujer. Stephen se ha convertido en todo un arquetipo de lesbiana cuya trayectoria vital y emocional le lleva a afirmarse como mujer y como individuo contra la mediocridad de su entorno.