Aunque su profesor de instituto le advirtió que las niñas no podían ser científicas, su búsqueda apasionada de los mecanismos ocultos de la vida y su voluntad por convertir descubrimientos en inventos llevaron a Jennifer Doudna a participar en el avance más importante en el ámbito de la biología desde el descubrimiento de la doble hélice del ADN. Con su equipo, transformó una curiosidad de la naturaleza en una herramienta que cambiará el rumbo del ser humano. El CRISPR, una técnica fácil de usar que permite modificar el ADN, lo que abre un mundo nuevo de milagros médicos pero también de cuestiones morales. El desarrollo del CRISPR (y la carrera por encontrar la vacuna del coronavirus) acelerarán nuestra transición a la siguiente gran revolución. Los últimos cincuenta años han sido una era digital basada en el microchip, el ordenador e internet. Ahora comienza la revolución de las ciencias de la vida. A los estudiantes de código digital se les unirán los que estudian el código genético. ¿Deberíamos usar nuestras nuevas capacidades para hacernos menos vulnerables a los virus? ¿Y para prevenir la depresión? ¿Deberíamos aceptar que las familias que se lo puedan permitir mejoren la constitución física o la inteligencia de sus hijos? Tras dirigir el equipo que descubrió la tecnología CRISPR, Doudna ha liderado los debates en torno a estas cuestiones morales. Obtuvo, junto con su colaboradora Emmanuelle Charpentier, el Premio Nobel de Química en 2020. Su historia es una apasionante aventura que atraviesa las maravillas más profundas de la naturaleza, de los orígenes de la vida al futuro de nuestra especie.