En 1778, la joven Florence marcha desde Venecia a Francia, ya que su padre ha concertado su matrimonio con el maduro conde Cheverny. La joven recién llegada a la pubertad se comporta a veces de manera infantil y desenfadada, lo que es causa de envidias y desprecio por parte de las damas de palacio, especialmente de la baronesa de Valmy, amante del conce. Florence desahoga su pena y su nostalgia a través de las cartas que envía a su prima Lucrecia.