Cuando Bernardo Gutiérrez pisó la Amazonia brasileña, supo que ya había amado aquellos colores, aquellos ríos. De niño había pasado dos años en Caracas, y guardaba tenues imágenes de indígenas, aguas negras y hormigas gigantes. Fue corrigiendo aquellos recuerdos. En su último viaje, desde Manaos has...