No basta conocer el gesto, ni la mirada oscura que surge de las cosas, ni la voz necesaria, ligera, matinal, que susurra al oído una razón y otra para seguir aquí, solo, perdido, ante el vacío cómplice del lienzo. Mirar, mirar la luz hasta su calma: mirar cómo respira, cómo alumbra, cómo se da al a...
La tarde enciende las luces del puerto. Huele a tierra mojada en la raíz del muelle. Levemente hacia el mar, la estela de un barco rasga el agua: territorio desnudo que en las sombras pierde el nombre, el día, los colores... Escribir es recuperar su ausencia: esta sabia costumbre de los ríos de mori...