Álix es diferente. Le cuesta soñar despierto como a los otros niños porque una máquina se lo impide. Sólo puede soñar cuando duerme y, aun así, sus sueños lo llevan por extraños paisajes que escapan de su control. Hasta que una noche se encuentra con un misterioso compañero de viaje, que le ayudará a entender lo que hay de real en sus sueños y, finalmente, a vencer sus miedos y abrir el cerrojo que encarcela su propia felicidad.