El deber de un escritor es el de escribir. Tautología o pleonasmo; escritor es quien escribe. Escritor es quien escribe o describe, del latín describere, representando o detallando por medio del lenguaje y dando cabal idea del asunto o materia sobre que se escribe. Tras la lectura de estos cuentos, ¿qué duda cabe que Mónica Montero es una escritora? Una insigne descriptora, como antaño solía decirse.
Entonces, ¿qué nos describe la autora?
En casa pobre, no hay mujer buena
Refrán español
Una primera lectura podría inducirnos a imaginarnos la mujer, pobre y citadina, como hilo conductor con el cual se tejen las tramas de estos once cuentos, número significativo per se. Y es que la mujer urbana, sumida en la pobreza, es fuente inagotable de inspiración pues, aún en nuestro biempensante Chile, encontramos desde una disruptiva Lumpérica, de Diamela Eltit, hasta Una novelita lumpen, del insoslayable Roberto Bolaño.
En casa pobre, pocos cuentos
Refrán español
Sin embargo, en una segunda lectura, vemos a Mónica Montero describir en sus cuentos a esa condición, casi maldición, tiernamente llamada lumpenproletariat por los siempre intelectuales marxistas, pues como bien escribiera Bernard Shaw en Major Barbara; “The greatest of evils and the worst of crimes is poverty”. Como buena hija de Minos, la autora nos invita a seguir su hilo en el laberinto de la pobreza, de la marginalidad y de las carencias físicas de estas mujeres; Marga, Lázara, Alma, Jesusita o Caína, perdidas en un mundo que no entienden, enfrentadas a los peores monstruos que su oscuridad supo engendrar en las lúgubres calles de esta ciudad.
L'or même à la laideur donne un teint de beauté:
Mais tout devient affreux avec la pauvreté.
Nicolas Boileau-Despréaux, Satires
Descritas en un lenguaje simple, cotidiano, crudo, pero sin perderse en la trampa de la vulgaridad, estas mujeres pueden verse luchando sus ridículas batallas, en vano afán, con sus demonios personales, en pos de extravagantes sueños. Batallas perdidas, antes siquiera de iniciadas, en la frondosa marginalidad, quedando abandonadas a su suerte en una playa cualquiera de Naxos, como Clara del Pilar, al primer Baco venido…
Nil habet infelix paupertas durius in se
Quam quod ridiculos homines facit.
Juvenal, Satruam
La calle Gálvez era pobre, con pobreza fea, sin adornos, como alarde de fealdad. La gente que pasaba era de humilde catadura y vestida para cubrirse con algo, sin ideas de adorno.
Joaquín Edwards Bello, El Roto
Mónica Montero enfrenta el dilema estético de la pobreza con transparencia, sin ensalzarla ni denostarla, sino mostrándola tal cual es, una dura realidad. Podados los adjetivos superfluos ante el insobornable deber de contar lo que la descriptora ve con los lúcidos ojos de su corazón. La pobreza no es fea ni bella, simplemente, es.
La pauvreté des biens est aysée à guerir; la pauvreté de l'âme, impossible.
Michel de Montaigne, Essais
La pobreza material no es la verdadera pobreza, pues, como bien decía Martial; “Non est paupertas, Nestor, habere nihil”. La verdadera pobreza, la más dura y cruel cara de la pobreza, es la del alma, la del espíritu, cuando se abandona la humanidad y se abraza la bestia negra apenas reprimida en el fondo de cada uno de nosotros. Y esa es la tercera lectura de estos cuentos, con mujeres como Nativa, Inocencia, Purísima, Thalia y Magdalena. Mujeres pobres en la materialidad, mujeres pobres de espíritu, radicadas en el centro de lo marginal, lejos de su propia humanidad. “Cosas, ella tenía cosas, que el resto de la pobla no tenía, pero no por eso dejaba de ser pobre”, nos cuenta la autora con clara consciencia de lo que describe.
Do you think, because I am poor, obscure, plain and little, I am soulless and heartless? You think wrong!
Charlotte Brontë, Jane Eyre
Mon idéal, ce serait de travailler tranquille, de manger toujours du pain, d’avoir un trou un peu propre pour dormir, vous savez un lit, une table et deux chaises, pas davantage…
Émile Zola, L'Assommoir
No son estos cuentos una oscura descripción de la otra cara de nuestra bullente ciudad, sino que muestran los frágiles destellos de la esperanza, de la posibilidad de la felicidad, en el fondo de esta negra noche, de calles vagabundas. Los ideales, las ganas, las esperanzas, están, brillan como mostacillas en esta noche citadina, pues “Lazára quiere trabajar o estudiar, comprar ropa y comida, quiere formar una familia y dejar de vagar por calles oscuras, departamentos de amigas, o la casa de la abuela Leandra”.
Van Gogh writing his brother for paints
Hemingway testing his shotgun
Celine going broke as a doctor of medicine
the impossibility of being human
Charles Bukowski, Beasts Bounding Through Time
Juan Carlos Barroux R.
Santiago de Chile, septiembre de 2014