Me dejó sensaciones contrapuestas. Por un lado me interesó la vida y la figura de este gran dramaturgo y poeta de la Generación del 27. Pero por otro, no me gustó nada el tono partidista e ideológico con el que se explaya el autor. Se le ve mucho el plumero al idealizar una República en la que todos parecían felices y comían perdices. De sobra sabemos todos que aquella etapa estuvo marcada por las convulsiones, la anarquía y las desigualdades sociales. Me pareció demasiado sectario. En el término medio dicen que siempre está la virtud.
hace 8 años