"Los que aquí entréis, abandonad toda esperanza." Trescientos deportados del campo de exterminación Mauthausen, donde la duración media de la vida era de cuatro meses, desmintieron estos versos de Dante. Salieron vivos de él una mañana de la primavera de 1943 porque eran los más fuertes entre un convoy de 2500 franceses y porque era necesario construir un túnel estratégico en la frontera yugoslava. Eran también patriotas, y ese túnel lo entregaron, a los sones de la Marsellesa, no a sus verdugos, sino a los guerrilleros de Tito.