El repartidor es una primera novela estimulante, un retrato inquietante de la generación perdida de hoy. Una historia de amor ambientada en el exceso surrealista de Las Vegas y los artificiales barrios residenciales, urbanizaciones privadas y autopistas que la rodean, adonde acuden las vidas rotas para empezar de nuevo y donde los casinos alimentan la lujuria de turistas y residentes por igual. Cruda y eléctricamente evocadora, atroz y esperanzadora, El repartidor ofrece una lectura visceral y una compleja visión moral. Pero, por encima de todo, es una crítica demoledora de una sociedad donde se ha abandonado toda responsabilidad personal, donde la lujuria está reemplazando progresivamente el amor, y la inocencia es un anacronismo. El repartidor señala, además, la llegada de una asombrosa nueva voz a la narrativa norteamericana.