En un momento de crisis económica, es evidente que cambian en alguna medida los hábitos de consumo, pero no necesariamente esos cambios tienen por qué ser motivo de frustración. Mediante breves capítulos con argumentaciones muy claras y recomendaciones de insólita agudeza, Anita Naik demuestra que un momento económico difícil puede ser idóneo para descubrir nuevos modos de divertirse, racionalizar el empleo del dinero disponible e incluso de descubrir nuevas formas divertidas de obtener ingresos. Como consecuencia de todo ello, afrontar la crisis no sólo no es un esfuerzo y una fuente de irritación, sino el descubrimiento de cómo priorizar lo verdaderamente importante según el estilo de vida de cada cual.