En la narrativa de Antonio Muñoz Molina, las fotografías preceden con frecuencia a los personajes e incluso los reemplazan. Las instantáneas acentúan la importancia del azar y de los actos mínimos, alteran la noción lineal del tiempo y destacan ciertos momentos a los que se vuelve desde el presente de la narración. Estimulan o suplantan la memoria y suponen el punto de partida de múltiples invenciones. Constituyen, en definitiva, un filtro que orienta la lectura. Este libro explora la articulación de un universo textual que se origina en una intersección incesante entre lo fotográfico y lo narrativo.