Justo Gil, emigrante aragonés que acude la Barcelona de los años sesenta acompañado de su madre inválida, inicia la búsqueda de un especialista que saque a aquella de su estado vegetativo. Movido por el afán de ganar dinero para ese fin, comienza a ascender socialmente gracias a los negocios que emprende gracias sus habilidades al codearse con las altas esferas. La muerte de su madre y las estafas de las que es víctima en sus negocios, hacen que acabe perdiendo los escrúpulos y, en su ambición, abandone los cargos de conciencia para acabar pasando por encima de todos. Incluso, acabará siendo confidente de la policía tras infiltrarse en grupos de izquierda clandestina para acabar siendo perseguido por unos y otros una vez que se descubre su verdadera cara.
A través de una estructura de ficción en la que la historias se cuentan alternando la primera persona en varios de los personajes principales que cruzan su camino con el de Justo Gil, Martínez de Pisón concilia una novela que si bien no es de lectura fácil en su forma debido a ese cambio de narradores y puntos de vista, la prosa perfecta del zaragozano hace disfrutar de la obra como sólo consigue la narrativa de ficción cuando alcanza la excelencia.
Junto a ello, el autor acaba dejando en el lector la duda de si Justo Gil es bueno o malo, víctima o verdugo, héroe o antihéroe. Y de si la dureza de lo que ha vivido justifica o no la degeneración de su personaje.
Magistral, porque no se puede definir de otra manera. Algo que en Ignacio Martínez de Pisón se ha convertido en norma.
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hace 2 años
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