Heredero de la gran tradición española de observadores de lo habitual, la personalidad de Juan García Hortelano se revela en toda su amena cordialidad en la lectura de sus artículos de prensa. Pocas veces la esencia de un país, de una ciudad, de un barrio, ha sido recogida con mayor esmero. Sensual en la descripción de la barra de un bar, nostálgico en la evocación de un viaje a Roma, castizo y ocurrente en la crítica política o en la polémica de actualidad, sus opiniones alcanzan siempre la fibra más humana de los acontecimientos. La prosa tranquila de García Hortelano no sólo deja intuir la celeste conformidad de un hombre consigo mismo, sino que trasciende en el plano de las ideas el fiel y profundo compromiso de un autor y su tiempo. La voz de Juan García Hortelano se escucha en estas Crónicas correspondidas con la recordada y cotidiana simpatía de quien mejor supo conversar sobre Madrid.