Una Lisboa sin tiempo donde viven, sueñan, aman, trabajan y mueren los personajes de esta historia. En el corazón de un taller de carpintería se encuentra un cementerio de pianos, lugar donde los instrumentos, a semejanza de los seres que los rodean, han dejado de funcionar y se encuentran suspendidos entre la vida y la muerte. Lugar de exilio voluntario donde se reflexiona y se hace el amor, lugar de lecturas clandestinas, espacio recóndito de adulterios, patios de juegos infantiles donde se encadenan generaciones. Padre e hijo actúan como narradores e intercalan sus vivencias desde épocas y prismas diferentes. Desenmascaran la historia de la familia, en un lenguaje de sombras y luces, de silencios y risas, de miedos y esperanzas, de culpabilidad y perdón. Relatan historias de amor, urgentes e inevitables, hirientes, en las que el abandono, la violencia doméstica y los errores redimidos acaban siendo anulados por el poder de la ternura y el afecto. Hablan de muerte, no para indicar un fin, sino la renovación de una generación a otra.