Una casa junto al mar está en venta. Por ella desfilan posibles compradores que la visitan, la alaban o reniegan de ella. Sin embargo, no es a ellos a quienes escuchamos, no es al agente inmobiliario al que oímos. Quien siente, quien se emociona, quien reflexiona, quien se confiesa ante nosotros es la propia casa, que desde sus paredes, su suelo y su techo, es piel y latido de todo lo que ocurre. Con una prosa siempre irónica y ácida, que acaricia y corroe simultáneamente, Mercedes Abad ha establecido magistralmente el animismo de un espacio tan complejo como un futuro hogar, testigo de todo aquello que hacemos o dejamos de hacer. La voz de una de nuestras grandes escritoras es ilustrada en esta ocasión por las espléndidas obras de Álvaro Ardévol, autor de un proyecto digital que no dejará indiferente a nadie.