«Princesa, esto no es una carta para vos (¿qué te puedo decir que ya no te haya dicho, de bueno y de malo?), sino que, como otras veces, utilizo tu imagen de interlocutor privilegiado para desarrollar mi monólogo de búsqueda, buscando precisamente que tu imagen me ayude a no salirme demasiado de la razón».
Entre 1987 y 1989, mientras Mario Levrero vivía en Buenos Aires, trabajando en revistas de crucigramas para conseguir el dinero suficiente que le permitiera comprar lo que más anhelaba: tiempo para dedicarse a escribir, inició un romance con Alicia Hoppe, quien había sido la mujer de un viejo amigo y, más tarde, su médica personal, que lo acompañó durante años en sus devenires psicosomáticos. En ese momento, ella residía en Colonia, y estas cartas son testimonio del inicio y crecimiento de ese amor adulto y, también, registro literario de las obsesiones, temores e ilusiones de un singular escritor, con un poder de observación y análisis extraordinario.
Este libro inédito existe gracias a la cuidada edición de Ignacio Echevarría y la generosidad de Alicia, quien, como en aquellos años, una vez más despertó el alma rezagada del escritor, que a veces se perdía en sus propios laberintos.