La poesía de Cummings, personal, rebelde, original, experimental, voluntariamente distinta y a menudo inclasificable, no fue bien entendida ni acogida por la crítica, pero supo llegar a sus lectores y ganárselos, y lo sigue haciendo, con su tono ferozmente individualista, su radicalismo crítico y su juguetona arbitrariedad. Inquietudes procedentes del campo de las artes plásticas o del ballet, como el espacio, los planos diversos y el movimiento, plasmados en sus poemas, le hicieron estar más cerca de las vanguardias históricas europeas que otros poetas de su época. En cierto sentido, algunos poemas suyos tienen un tratamiento técnico y emocional cinematográfico, con sintaxis arriesgadas al borde del abismo y juegos tipográficos sencillamente maravillosos.
hace 3 años