En la primavera de 1505, trastornado por la muerte de Andrea, un monje cuya belleza admiraba, Michelangelo Buonarroti huye de Roma. A sus treinta años, el artista, que ya ha esculpido el David y la más célebre de sus pietà, empieza a ser reconocido, y el papa Julio II acaba de encargarle la construc...