En aquellos barrancos hoy vacíos y quietos, si aguzamos el oído de nuestra imaginación, escucharemos voces del pasado. A mí me ha ocurrido, y siempre lo he atribuido a ese duende que, agazapado entre malezas y ruinas, ejerce su hado sobre los que nos adentramos por aquella accidentada y enigmática g...