«De manera inesperada, una brisa extraña erizó su nuca. Sintió los pies clavados en el suelo de la terraza, mientras su cerebro daba órdenes apremiantes a su cuerpo para salir de allí. Olía a peligro y, de forma repentina, a azahar. Otra vez aquello. Quería huir de allí, pero una fuerza aterradora l...