Si a los escritores se les suele llamar letraheridos por su afición desmedida a las letras y a la lectura (traducción de «lletraferit«, una palabra de origen catalán bastante frecuente), a los lectores se les debería llamar de una manera similar por la tendencia a considerar a sus escritores favoritos como seres excepcionales.
Conviene recordar, sin embargo, que los escritores sufren de inseguridades, miedos, manías y comportamientos extraños como el resto de los humanos. Y para demostrarlo, a continuación presentamos algunas extravagancias que poco o nada tienen que ver con su capacidad de fabular y que esperamos no consigan romper el mito que muchos lectores se han creado.
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