La infidelidad, la amoralidad, la alienación o el desencanto son algunos de los ingredientes con los que Peter Stamm aliña la historia de Alex y Sonja, la pareja aparentemente ideal protagonista de su última novela, «Siete años«.
Stamm, considerado uno de los autores europeos actuales más destacados, construye con una prosa sencilla pero repleta de profundidad emocional la historia de una pareja de arquitectos jóvenes y exitosos, distanciados por unos anhelos vitales totalmente distintos.
Alex, angustiado por la vida llena de responsabilidades, metas y objetivos, al lado de la perfecta Sonja, encuentra en Ivona, una mujer polaca, apática y sin otra motivación en la vida que estar con él, un espacio de tranquilidad y estabilidad, aun a costa de poner en peligro su acomodada vida familiar.
En una entrevista con Efe, Stamm explica que «Alex no es tan malo, tiene sus errores como cualquiera y no aborda bien sus problemas. Sonja le exige ser un arquitecto guapo y exitoso, mientras que Ivona lo ama de manera incondicional. Con ella, Alex tiene seguridad y control total, y eso le satisface».
Pero la novela publicada por Acantilado trasciende más allá de un trío amoroso y se convierte en un retrato sociológico de la clase media-alta abordando temas como la búsqueda constante del éxito, la inestabilidad económica, la falta de la moralidad y el declive de la importancia de la religión o el fin de la familia tradicional.
Peter Stamm crea constantemente una contraposición de valores como el deseo y el rechazo, la cordialidad y el extrañamiento o la ansiedad y la liberación entre la que los personajes van buscando su propio equilibrio.
«La búsqueda del equilibrio siempre surge en la literatura. Las preguntas ¿cómo vivo y cómo quiero vivir? son para mí las preguntas reales y las que cuentan de verdad, y no si existe un dios o cuál es el sentido de la vida. La pregunta fundamental es cómo vivo y cómo me manejo entre polos opuestos», señala el autor.
Esta gran complejidad emocional de la narración está apoyada en todo momento por una prosa certera pero sencilla, una simple plataforma para que el mensaje llegue a calar en el lector.
En la entrevista asegura que «no me interesan los experimentos lingüísticos»: «Busco siempre un lenguaje realista que sirva para que los lectores tengan todo muy vivo en sus cabezas, un lenguaje que no quiere la atención para sí mismo», explica.
Según Stamm, utiliza «un lenguaje discreto que apoye la narración», y en esto afirma haber aprendido «mucho de maestros como Ernest Hemingway».
Con este estilo, el escritor suizo pretende que sus lectores se olviden que están leyendo una historia y esta se convierta en su propia fantasía.
Stamm, quien bromea de que muchos críticos se enojan con él porque les gustan mucho sus obras pero no saben encontrar el porqué, presenta su última novela, «Siete años», con la satisfacción de haberse ganado al público por su tono realista y su capacidad de desmenuzar los sentimientos y las emociones humanas.
«Durante muchos años escribí sin éxito y tenía que automotivarme para seguir haciéndolo. Ahora que tengo éxito, las cosas no han cambiado y sigo trabajando de la misma manera» asegura Stamm, quien se define como un perfeccionista.
El respeto de los críticos y los halagos del público no han cambiado a este contable suizo, que ya está trabajando en su próximo trabajo que abordará el tema de la religión.
Y, como aconsejaba su admirado «maestro» Hemingway, lo hará «sin escribir más de 600 palabras al día», el límite a partir del cual la calidad de la creación se resiente.
Barcelona, 5 nov (EFE)