«¿Encontraría a la Maga?». Así comienza «Rayuela«, la mítica novela de Julio Cortázar que marcó un antes y un después en la literatura en español y de la que el próximo viernes se cumplen 50 años de su primera edición, publicada por la editorial Sudamericana.
Y para conmemorar este aniversario se saca ahora una edición conmemorativa (en Alfaguara para España y América), que contiene un apéndice donde el propio Cortázar cuenta la historia de la novela e incluye también un mapa con el París de «Rayuela»: la rue Seine, la Biblioteca Mazarine, el Pont des Arts, el Pont Neuf, Monsieur Le Price, el cementerio de Montparnasse o la casa de Oliveira.
Un París impregnado por esa visión mágica y laberíntica de la ciudad, que se alternará en la novela después con el Buenos Aires de un melancólico Horacio Oliveira y su recuerdo de La Maga, la protagonista de la historia, en un París con mucha música, mucho jazz, humo, tertulias, amor, libertad y existencialismo.
Una publicación que coincide también con el centenario del escritor argentino, que nació en Bruselas, un 26 de agosto de 1914, y murió el 12 de febrero de 1984 en París.
Así es que en 2014 se cumplen los treinta años de la muerte de este escritor, autor de obras fundamentales como «Bestiario» (1951), «Historias de cronopios y de famas» (1962), «Todos los fuegos el fuego» (1966) o «62 Modelo para armar» (1968).
«Rayuela» salió de la imprenta el 28 de junio de 1963, una fecha clave para la novela por la trasgresión que hizo Cortázar forzando las fronteras de los géneros.
Algunos expertos consideran que con la publicación de «Rayuela» nació el llamado «boom» latinoamericano, al que luego se sumarían autores como Gabriel García Márquez, Vargas Llosa o Carlos Fuentes.
Una novela o «contranovela», como la llegó a llamar el propio Julio Cortázar, que rompió todos los estereotipos y fronteras al exponer todas las posibilidades de la experimentación narrativa.
Una especie de «collage» literario que se estructuró en 155 capítulos y podía ser leída de diferentes formas, como una clásica que acababa en el capítulo 56 y otra que empezaba en el capítulo 73 y le seguía una lectura laberíntica, como un juego de rayuela.
Para el escritor chileno y premio Cervantes Jorge Edwards, también vinculado al «boom» latinoamericano, esta obra «era muy original y muy de vanguardia. Sorprendió muchísimo. Y, leída hoy -añade-, sigue resultando muy atractiva».
«Hoy su lectura me resulta bastante inglesa -argumenta-, parecida a esas novelas inglesas del siglo XVIII del tipo de ‘Vida y opiniones del caballero de Tristram Shandy’, por su experimentalismo, sus digresiones, su laberinto, por no saber cómo se sale y, cómo no, por sus dosis de humor. Es una novela muy libre, en definitiva», precisa el autor de «La muerte de Montaigne».
Julio Cortázar», un niño grande, alto, desgarbado y siempre fascinado por lo moderno en todas las áreas de las artes, como la pintura o la música, como le recuerda Jorge Edwards cuando lo conoció en París en los años 60, hizo de «Rayuela» una obra clásica en todo el mundo, como «Cien años de soledad» (1967) de Gabriel García Márquez.
«Ningún otro escritor dio al juego la dignidad literaria que Cortázar, ni hizo del mismo un instrumento de creación y exploración artística tan dúctil y provechoso. La obra de Cortázar abrió puertas inéditas», dijo Mario Vargas Llosa.
El próximo mes de octubre, la editorial Alfaguara también publicará un Cortázar inédito, un libro extraordinario del escritor y que muestra una faceta poco conocida del autor. Bajo el título «Clases de literatura», el volumen recoge las lecciones de literatura que dio el escritor en Berkeley (California), en otoño de 1980.
Madrid, 25 jun (EFE)