Los amantes de las novelas de piratas están de enhorabuena. Por primera vez se publica en España la versión íntegra de «¡Rumbo a poniente!«, de Charles Kingsley, un clásico de la literatura inglesa de aventuras y uno de los grandes libros de piratas y marinería del siglo XIX.
Publicada por Rey Lear en una excelente edición, la novela contiene las ilustraciones de N.C. Wyeth, dibujante norteamericano famoso por los 25 libros que ilustró a principios del siglo XX para la editorial Charles Scribner’s Sons, entre ellos «La isla del tesoro», de Stevenson, y la obra de Kingsley que ahora ve la luz en España.
«Westward Ho!», título en inglés de la novela, alcanzó tanta fama en el Reino Unido que dio nombre a un pueblo de Devon, el único de este país que lleva admiración. Y así se llamaba también «el colegio donde Rudyard Kipling estudió interno y en el que se inspiró para escribir su libro ‘Stalky & Co'», como recuerda en la introducción el director de Rey Lear, Jesús Egido.
La novela está ambientada en el siglo XVI, cuando reinaba en Inglaterra Isabel I, la misma que se ganó el sobrenombre de «Reina Virgen» al no haberse casado nunca, aunque «muchos la acusan de haber compartido más de una noche de alcoba con Francis Drake y con otros piratas a los que, si no su cuerpo, sí entregó el título de Sir», afirma el editor.
Antes de sumergirse en la lectura de este clásico, conviene recordar que los piratas Francis Drake o John Hawkins «han pasado a la historia de Inglaterra como héroes y a la española como villanos».
Y eso mismo podría suceder con el protagonista de «¡Rumbo a poniente!», Amyas Leigh, caballero de la reina Isabel, que «sería para los españoles un completo villano por mucho que Charles Kingsley lo haya convertido en uno de los personajes más admirados y queridos de la literatura inglesa del siglo XIX», asegura Egido.
En declaraciones a Efe, el editor afirma que la novela «es curiosa porque los malos son los españoles, pero somos tan malos que subimos muchos enteros porque el autor cita continuamente» las hazañas de aquella época, entre ellas la conquista de América y las batallas entre españoles e ingleses por el dominio del mar.
«Tal vez sea esa animosidad contra lo español lo que explique la escasa fortuna» que había tenido hasta ahora en España «Westward Ho!», de la que solo había salido alguna versión resumida destinada al público infantil.
Traducida por Susana Carral, «¡Rumbo a poniente!» posee todos los ingredientes de las grandes novelas de piratas: aventuras, luchas entre espadachines, persecuciones y abordajes navales, historias de amor y toques de humor. «Y tiene también críticas salvajes a la Inquisición, que sale muy mal parada en el libro», indica el editor.
Y es que Charles Kingsley (1819-1875), del que esta editorial ha publicado también «Los niños del agua», fue canónigo de la Abadía de Westminster y capellán de la reina Victoria. «Convencido liberal e idealista, creó el grupo de los socialistas cristianos, lo que le enfrentó a los sectores más conservadores de la Iglesia anglicana comandados por el vicario John Henry Newman».
«En todo el libro -comenta Egido- hay una lucha soterrada entre el autor y los papistas, que eran los más conservadores». Newman, que acabaría siendo ordenado cardenal de la Iglesia católica y beatificado en 2010 por el papa Benedicto XVI, «era la bestia negra de Kingsley».
Publicada por primera vez en 1855, la novela cuenta las aventuras del joven sir Amyas Leigh, que emprende viaje rumbo a América para enfrentarse a la Armada de Felipe II y salvaguardar la honra de su amada Rose Salterne, «la más guapa del lugar», que había sido seducida por el español Guzmán de Soto.
La traducción de esta gran novela decimonónica no fue nada fácil para Susana Carral, porque el autor «escribe con unas estructuras y con unas frases hechas del siglo XVI». «El vocabulario es impresionante», le dice la traductora a Efe.
Carral destaca la capacidad de Kingsley para documentar «con rigor todos los hechos históricos que narra, aunque la novela tiene un poquito de sesgo británico», algo típico de los ingleses «que poseen una capacidad de propaganda impresionante».
Ese sesgo de la novela «pica mucho la curiosidad del lector que, como el autor habla desde el punto de vista de los ingleses, se siente agredido un poco, y eso te lleva a investigar y a buscar», subraya Carral, que ha puesto notas a pie de página para aclarar algunos hechos históricos y «situarlos en su justa medida».
Madrid, 8 ene (Ana Mendoza / EFE)