«Extraordinario intelectual», un «hombre con un profundo espíritu crítico» y con una «vasta cultura» son algunas de las frases con las que el mundo de la cultura y de la política despidieron el sábado al fallecido escritor y semiólogo italiano Umberto Eco.
Uno de los diecisiete intelectuales del Foro de Sabios de la UNESCO y Premio Príncipe de Asturias de Comunicación en 2000, Umberto Eco murió el viernes a los 84 años en su casa de Milán.
Desde el presidente de la República italiana, Sergio Mattarella, hasta el primer ministro del país, Matteo Renzi, además del ministro de Cultura, Dario Franceschini; la de Educación, Stefania Giannini; o para las Reformas, Maria Elena Boschi; pero también escritores como Roberto Saviano o Elisabetta Sgarbi, expresaron su pesar por la desaparición del intelectual.
Italia se vistió de luto para despedir a Eco, el intelectual de espíritu inquieto y curiosidad crítica insaciable que regaló a la literatura joyas como «El nombre de la rosa», que se convirtió de manera fulgurante en un éxito de ventas en 1980 y que fue llevada posteriormente al cine por el francés Jean-Jacques Annaud.
Muchos se lamentan hoy en Italia de que Eco no fuera galardonado con el Premio Nobel, otros prefieren recordarlo como el «humanista total» que llevó la literatura italiana a todos los rincones del mundo.
Con la frase: «un gran italiano, un gran europeo», el primer ministro Renzi quiso dar su adiós al autor de «El péndulo de Foucault», mientras que Mattarella destacó que fue «un hombre libre, dotado de un profundo espíritu crítico».
«Umberto Eco vivió inmerso en las contradicciones de su tiempo, sin dejarse abrumar», subrayó Mattarella.
Para el ministro de Cultura Franceschini, el filósofo y semiólogo nacido en la región del Piamonte fue «un gigante que llevó la cultura italiana por todo el mundo», mientras que la ministra de Educación Giannini dijo que fue «un extraordinario intelectual, escritor y maestro».
En los múltiples mensajes que se han sucedido a lo largo del día en las redes sociales, no han faltado las citas al mencionado «El nombre de la rosa».
Esta ha sido la fórmula elegida por la ministra para las Reformas, Maria Elena Boschi, y también por el escritor Roberto Saviano, que simplemente escribió en Twitter: «Nomina nuda tenemus. Adiós profesor».
La frase en latín es la expresión con la que concluye «El nombre de la rosa», que fue galardonada en 1981 en Italia con el Premio Strega y el Medicis, en Francia, y se refiere a que al final solo queda el nombre de las cosas.
Aunque aún no ha confirmación oficial, medios italianos señalan que habrá una capilla ardiente el próximo martes en el Castillo Sforzesco, en Milán.
En Italia también se comenta hoy la «crítica irónica y acertada» critica que realizó en su último libro «Número Cero», en el que puso sobre la mesa la vergüenza del mal periodismo, la mentira y la manipulación de la historia.
En una entrevista con Efe en abril pasado en su casa de Milán, Eco declaró que la novela es una parodia sobre los tiempos convulsos actuales porque «esa es la función crítica del intelectual».
«Esa es mi manera de contribuir a clarificar algunas cosas. El intelectual no puede hacer nada más, no puede hacer la revolución. Las revoluciones hechas por intelectuales son siempre muy peligrosas», precisó.
Los lectores asiduos a las novelas de Eco no tendrán que contentarse con leer su reciente «Número Cero», sino que el próximo marzo estará disponible en las librerías su último libro, que ya había escrito pero que aún no había visto la luz, titulado «Pape Satan Aleppe», tal y como aseguró hoy la escritora Elisabetta Sgarbi, fundadora de la casa editorial La nave di Teseo.
Autor de obras como «La isla del día antes», «Baudolino» o «El cementerio de Praga», a lo largo de su vida profesional también fue responsable de numerosos ensayos sobre semiótica, estética medieval, lingüística y filosofía.
Su primera obra de semiótica fue «La structura assente», publicada en 1968 y completada con «Tratado de semiótica general» (1975), que fue utilizada como volumen de referencia en todo el mundo.
Legión de Honor de Francia desde 1993 y premio austríaco de Literatura Europea por toda su obra en 2004, en Salzburgo, fue nombrado Doctor «honoris causa» por más de 25 universidades, entre ellas, la Complutense de Madrid, Tel Aviv, Atenas, Varsovia y Berlín.
En sus últimos años de vida compaginó su actividad académica y literaria con conferencias, coloquios, debates y colaboraciones en los medios de comunicación.
Roma, 20 feb. (Laura Serrano-Conde / EFE)
Triste noticia. Se va uno de los grandes. Tanto de sus novelas, como de sus ensayos y sus libros de teoría literaria nunca dejaremos de aprender.