El escritor y entrenador personal Laurent Gounelle, que ya ha vendido en España diez ediciones de su «thriller» en clave de autoayuda «No me iré sin decirte adónde voy«, asegura que «en esta vida, nadie está obligado a seguir un camino diferente al deseado», en una entrevista con Efe.
«En mi novela pretendo advertir que siempre hay una manera de liberarse de los límites heredados de nuestro pasado», enfatiza este francés, de 45 años, con 40.000 ejemplares vendidos ya en España.
Esta novela, publicada por Planeta Internacional, número uno de ventas en Colombia y situada entre las diez primeras en Argentina, Italia y Bulgaria, continúa la senda de la «ópera prima» del autor, «El hombre que pudo ser feliz», con más de un millón de lectores en todo el mundo.
«Nuestra vida se conjuga en el presente y nosotros somos los únicos dueños y señores de nuestra existencia», reflexiona este francés, casado y padre de dos niñas pequeñas que son su «máxima prioridad en estos momentos», según confiesa.
Este «thriller» de conocimiento y superación personal narra la historia de un insatisfecho norteamericano de origen francés, Alan Greemor, que se intenta suicidar desde lo alto de la torre Eiffel una fría noche de invierno y al que salva un misterioso individuo, con la condición de que cumpla una serie de pruebas de desarrollo personal.
La vida del protagonista da pie a Gounelle para escribir una fábula sobre las «mochilas emocionales», sobre cómo vivir la vida de modo positivo y le sirve al autor para proponer una invitación al cambio, al desarrollo y al crecimiento personal.
Gounelle subraya que desde pequeño fue un soñador, porque no le gustaba su presente, ya que su infancia no fue del todo feliz, aunque no hubiera dramas. «Mis padres se peleaban y el clima era triste, pero eso me sirvió para refugiarme en mis sueños y para diseñar un futuro diferente», explica.
Sin embargo Gounelle cumplió con todas las normas impuestas por la sociedad, fue un buen chico, un estudiante disciplinado, aprobó una carrera universitaria y comenzó a trabajar como censor jurado de cuentas. «Yo me había preparado toda mi vida para ‘el día de mañana’, pero este había llegado y yo no era feliz», relata el escritor.
«A los 25 años me sobrevino la crisis de los 40, no me gustaba mi trabajo, perdí diez kilos por una depresión, así que lo abandoné todo y, como no tuve valor suficiente para ir a un terapeuta, viajé por todo el mundo para buscar la solución», explica.
Durante quince años, Gounelle aprendió de los principales «gurús» mundiales, aunque se especializó en Estados Unidos en Programación Neurolingüística (PNL), una técnica que aplicó a sus pacientes y que impone al protagonista de su novela, editada por Planeta Intenacional.
«Por razones culturales, los norteamericanos buscan de inmediato la solución a los problemas, que es lo que pretende la PNL, mientras que los europeos hurgamos en el porqué antes de indagar en la vía de solución», subraya Gounelle.
Para el escritor, el año 2006 marca un antes y un después en su existencia, ya que murieron su padre y su mejor amigo, su mujer se quedó embarazada y él comenzó a escribir. «Durante el embarazo de mi mujer, yo sentía que el libro era mi bebé», confiesa.
«Cada día me hago la pregunta de si existe el destino… y yo creo que existe un cierto destino, pero que nosotros debemos esforzarnos para alcanzarlo, porque puede pasar por delante y no verlo», reflexiona.
Barcelona, 9 oct (EFE)