Durante siete años de su vida, Élodie Durand luchó contra un tumor cerebral que le provocaba repentinos ataques epilépticos. Una vez restablecida, la dibujante ha plasmado su experiencia en «El paréntesis«, un cómic sobre el afán de conservar aquello que nos convierte en seres únicos: la identidad.
«Es la historia de una chica joven cuya vida cambia radicalmente, de un día para otro, cuando cae en una terrible enfermedad. Podríamos decir que es una obra muy íntima sobre la pérdida y reconquista de la memoria, recuerdos muy duros pero llenos de vida», explica Durand (Tours, Francia, 1976) en una entrevista con Efe.
Aunque le cuesta hablar en primera persona, la autora no esconde el carácter autobiográfico de «El paréntesis» (Sins Entido). «Este relato surgió de unas ganas muy fuertes de reunir mis recuerdos y plasmarlos de forma cronológica. No quería olvidar lo que me había pasado, sino escribirlo para que no desapareciera entre mis recuerdos», apunta.
«La primera vez que tuve la idea para el cómic fue en 2003, pero lo guardé todo en un cajón, porque era demasiado doloroso. No pude retomarlo hasta 2009, cuando ya había digerido las experiencias por las que había pasado. Por fin me sentía capacitada para concentrarme en el proceso narrativo», recuerda.
Al principio eran pequeños detalles, despistes sin importancia, pero pronto empezó el calvario de Durand, que en los momentos más graves de la enfermedad llegó a olvidar quiénes eran sus familiares más cercanos. O peor aún, quién era ella misma.
«Tuve que hacer un trabajo casi de periodista, recopilando información, fechas, listas, fotografías de lugares… Pedí ayuda a la gente de mi entorno, haciendo preguntas sobre hechos concretos que no recordaba bien. Muchos recuerdos volvieron a mi mente durante el proceso de trabajo», confiesa.
«Me ha sorprendido lo mucho que ha ayudado a mi familia. Es difícil de explicar, pero el caso es que nos ha hecho mucho bien, nos ha servido para cerrar algo. Ahora los recuerdos están fijados en el papel y sabemos que ya no van a cambiar, que siempre serán los mismos. Dada la enfermedad por la que he pasado, eso es muy importante», advierte.
El libro incluye una serie de ilustraciones, de carácter amateur y trazo nervioso, que Durand realizó entre 1995 y 1998, mucho antes de empezar a trabajar en «El paréntesis». «Son huellas del principio de la enfermedad, y sirven para que el lector se introduzca no sólo en el relato, sino también en la cabeza del personaje», plantea.
«Aquellos dibujos me sirvieron como terapia psicológica. Nunca pensé que los acabaría incluyendo en el libro. Me recuerdan a mi infancia, cuando era niña y me enfadaba, muchas veces no era capaz de expresar mis emociones, así que las dibujaba. Estos dibujos me recuerdan un poco a todo eso», añade.
Tras descubrir la existencia del tumor y someterse a una operación extremadamente delicada, Durand pudo recuperar la normalidad y contar su historia, narrada y dibujada con una maestría que le ha procurado reconocimientos como el Premio Revelación de Angoulême 2011 o el Premio de los Lectores del diario Libération.
«Ha sido mi primer proyecto personal y tenía muy poco tiempo para realizarlo. Había hecho algunas historias cortas en blanco y negro, pero este libro fue mi primer proyecto personal. Lo más difícil fue la estructura y la narración, porque el tipo de dibujo, tan expresivo, ya lo había practicado antes», confirma la dibujante, que ahora mismo trabaja en varios proyectos simultáneos.
«Estoy haciendo tres libros infantiles, que es el tipo de obra que más he practicado en mi carrera, y también he empezado a dar forma a otra novela gráfica. Solo puedo decir que no es una historia autobiográfica, porque todavía no sé si se llegara a publicar», anuncia.
Por Julio Soria, Madrid, 3 sep (EFE)