Biznieto de Fernando VII, nieto de Isabel II y sobrino de Alfonso XII, Luis Fernando de Orleans y Borbón paseó su «pequeña majestad» por los salones y tugurios del París de la Belle Epoque, escenario principal de las correrías de este príncipe «maldito» y amigo de Marcel Proust.
Proust y el «infante de España», como era conocido en el París del lujo y los excesos de entreguerras, eran clientes del hotel Marigny, un refinado local de placeres homosexuales en el que Luis Fernando ejerció como relaciones públicas de lujo. Allí, en una noche de enero de 1918, el autor de «En busca del tiempo perdido» fue detenido, tras ser sorprendido en compañía de chicos menores de edad.
Hay incluso quien asegura, como el escritor Christian Gury, autor de un libro sobre la amistad entre ambos «dandis», que Proust se inspiró en él para crear a uno de los personajes de su obra, el barón de Charlus.
Infante de España hasta que en 1924 su primo hermano el rey Alfonso XIII le despojara de tan alta dignidad, Luis Fernando María Zacarías de Orleans y Borbón fue el segundo vástago de los infantes Antonio de Orleans, hijo y heredero de los duques de Montpensier y descendiente directo del rey Luis Felipe de Francia, y de Eulalia de Borbón, hija menor de Isabel II y hermana de Alfonso XII.
Sobre el «más depravado príncipe Borbón» ha escrito una documentada biografía, «la primera», el periodista, escritor y enólogo José Carlos García Rodríguez, natural de Sanlúcar de Barrameda, localidad gaditana estrechamente unida a la historia de los Orleans-Borbón, y donde todavía hoy se alza el palacio familiar. «El infante maldito» es el título del libro, editado por Espasa.
«Para los sanluqueños era un personaje familiar. Aún se recuerda cómo en su última visita, en 1941, repartía billetes de veinte duros a todo aquel parado que se cruzaba en su camino cuando salía a pasear», destaca García Rodríguez en una entrevista con EFE.
Una más de las muchas excentricidades de un personaje cuya vida fue motivo de escándalo para la familia real española. «Para Alfonso XIII, primero, y para el general Franco, después, fue un auténtico quebradero de cabeza», en sus idas y venidas por Francia, Italia, Portugal, Alemania y otros países de la Europa de entreguerras.
«Homosexual, cocainómano, traficante de drogas,…vivió -dice su biógrafo- como quiso y donde quiso. Gastó más de la cuenta, lo suyo y lo de los demás, e hizo honor a sus apellidos. Era simpático, muy simpático, como su abuela Isabel II, y poco agraciado físicamente», lo que no fue impedimento para conquistar el corazón y la cartera de algunos de «los y las» mayores fortunas y bellezas de aquellos años.
Transgresor en todas y cada una de las facetas de su existencia, «quiso que el escándalo de su vida saliera a la luz, se conociera. Fue su venganza ante la forma de actuar de su familia, que le repudió y rechazó. Y todo para dañar a su primo el rey Alfonso XIII», que le retiró títulos y honores después de que se viera implicado en la muerte, en circunstancias turbias, de un joven marinero, motivo por el que fue expulsado de Francia.
Amigo de Cocteau, de la Mistinguette, del maharajá y la maharani de Kapurthala, de la marquesa italiana Luisa Casati, una de las más excéntricas «socialités» del momento, este actor frustrado y experimentado bailarín de tango, y que cobraba por asistir a algunas cenas en el París de las grandes fiestas, «fue el más chistoso y cínico ser» con el que se divirtió la ciudad.
Fue «víctima de las circunstancias y de unos padres cuyo matrimonio nunca funcionó, dedicados a viajar y a sus respectivos amantes», relata García Rodríguez. «Vivió solo desde muy niño, rechazado por su homosexualidad», insiste. De la familia real, sólo su tía la infanta Paz le prodigó atención y cariño.
El libro narra las peripecias de su matrimonio con Marie-Charlotte Constance Say, princesa viuda de Broglie, una de las grandes fortunas, «o la más grande», de la Francia del momento, 32 años mayor que él -cuando se casaron ella tenía 73 años- y que Luis Fernando dejó en la ruina en tan sólo cuatro años.
También estuvo en negociaciones, que no fructificaron en un acuerdo económico favorable a sus intereses, con una millonaria y bellísima divorciada estadounidense, antigua actriz en Broadway, Mabelle Gilman, que se quedó con las ganas de ser Alteza Real. Un compromiso alentado por la infanta Eulalia, y que hizo correr ríos de tinta en periódicos como el «New York Times».
García Rodríguez cuenta cómo Luis Fernando logró burlar la vigilancia de la dictadura franquista y «colarse» en España, desde donde regresó a un París ocupado por los nazis, por los que, como su tía Paz, sentía público y auténtico rechazo.
Pobre y con la única compañía de su amiga la bailarina Raymonde Gitener, el que fuera infante de España moría el 22 de junio de 1945, con 57 años, en una clínica parisina. Enterrado en la iglesia del Corazón Inmaculado de María de la rue de la Pompe, a sus exequias fúnebres no asistió ningún Orleans Borbón.
Una escueta nota necrológica de la Agencia EFE, fechada en París, informó de la muerte de este «príncipe de España y biznieto de Luis Felipe», tío abuelo segundo del rey Juan Carlos.
Madrid, 15 abr (Carlos Mínguez / EFE)
una vida divertida no esta permitida para personajes reales. la homosexualidad siempre ha acompañado los gobernantes. en republoica dominicana es una moda
José Carlos García Rodríguez, autor de una primera biografía de Luis Fernando de Orleans y Borbón hace tiempo agotada («El Infante Maldito. La Biografía de Luis Fernando de Orleans, el más depravado príncipe Borbón», Espasa, 2012) nos presenta ahora un nuevo libro en el que amplía y actualiza su exitosa obra anterior. Con «El rey de los maricas. Vida y leyenda del infante Luis Fernando de Orleans», García Rodríguez nos sumerge de nuevo en la vida de un ser tan apasionante como fue el hijo menor de la infanta Eulalia de Borbón.
Miembro de la familia real, este Infante de España a quien gustaba llamarse «rey de los maricas», apelativo que sirve de título a este nuevo libro, transgredió todos los límites y vivió al margen de las convenciones sociales y morales de su época. Repudiado por su homosexualidad por su propia madre, Luis Fernando fue despojado de sus privilegios y prerrogativas de Infante de España por su primo, el rey Alfonso XIII, como castigo por sus escándalos y sus costumbres degeneradas.
Amante del lujo, los efebos y la buena vida e inclinado a toda suerte de placeres, los días de Luis Fernando de Orleans transcurren entre celebraciones extravagantes, drogas, búsqueda desesperada de dinero y frecuentes problemas con la justicia. Considerado por muchos como ejemplo de la máxima depravación moral, algunos autores señalan que sirvió a Marcel Proust de inspiración para el personaje del barón de Charlus de «En busca del tiempo perdido».
Por las páginas de este libro transitan miembros de la nobleza y de las casas reales más relevantes del momento, junto con aristócratas, vividores, oportunistas y advenedizos, personajes variopintos que gastan a manos llenas y derrochan en falsas apariencias. «El rey de los maricas. Vida y leyenda del infante Luis Fernando de Orleans» encierra una lectura apasionante que refleja con todo lujo de detalles el ambiente de decadencia y exceso que protagoniza un sector social privilegiado de comienzos del pasado siglo.