Considerado por Salman Rushdie uno de los escritores más brillantes de los últimos diez años, el británico David Mitchell publica en España «Mil otoños«, una novela ambientada en el Japón de los siglos XVIII y XIX en la que reflexiona sobre el poder, la corrupción y «el deseo humano de superar a la muerte».
«Nadie desea morir, pero sin la muerte tampoco hay vida real. Ella debería ser nuestra compañera amistosa, la que nos hace recordar lo importante que es la vida y cómo debemos utilizarla bien», afirma en una entrevista con Efe David Mitchell, que en su primer viaje a España se ha desplazado hasta Segovia para participar en el Hay Festival, que hoy concluye.
Publicada por Duomo, «Mil otoños», galardonada con el Premio Commonwealth y finalista del Booker, llega a las librerías españolas precedida por el éxito que ha alcanzado en Gran Bretaña y en Estados Unidos, donde ha encontrado numerosos lectores esta historia de amores prohibidos y de choque de culturas.
David Mitchell (Southport, 1969) ya había demostrado antes su gran capacidad narrativa en novelas como «Number9dream», «El atlas de las nubes» y «El bosque del cisne negro», finalistas las tres del Man Booker Prize.
Precisamente, «El atlas de las nubes» está siendo adaptada al cine por los hermanos Wachowski y cuenta como protagonistas con Tom Hanks, Halle Berry y Natalie Portman.
«Los derechos del libro los compraron hace unos cuatro años y tardaron tres en conseguir la financiación. El día en que Tom Hanks dijo que sí todo se puso en marcha. Es el hombre más poderoso de Hollywood», asegura Mitchell, quien no ha querido participar en el guión.
«La labor del guionista es muy diferente a la del novelista. Sería arrogante y muy poco sabio pensar que yo sirvo para las dos cosas», comenta este escritor simpático y expresivo, seleccionado por la revista «Granta» como uno de los mejores novelistas jóvenes británicos.
Mitchell está casado con una japonesa y vivió durante ocho años en Japón, un país, comenta, «en el que es imposible que un extranjero se sienta integrado». «Japón no quiere cuerpos intrusos, no permite la integración».
Sin embargo, no hubiera podido escribir «Mil otoños» sin haber vivido tanto tiempo en ese país. Fue allí donde en 1994 descubrió la existencia de Dejima, una isla artificial situada frente a la bahía de Nagasaki, que en los siglos XVIII y XIX acogió la sede de la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales.
Esa isla, «más pequeña que Trafalgar Square», era el único lugar de contacto con Occidente que tenía Japón, explica el escritor, quien desde que vio aquel enclave sabía que «allí había una novela».
En el libro, Mitchell recrea de forma minuciosa cómo era Dejima, «una puerta entre el Japón aislado y la Holanda comercial; un lugar de choque de culturas y para ganar dinero, comerciar e intercambiar ideas, a veces de forma voluntaria y otras, involuntaria».
En Dejima también había tiempo para el amor. «Las únicas mujeres que podían entrar en la isla eran las cortesanas, pero los oficiales o los holandeses más ricos podían comprar una esposa para varios meses, y de vez en cuando nacían hijos de esos matrimonios de conveniencia», señala David Mitchell, que actualmente vive en Irlanda.
A Dejima llega Jacob Zoet, un joven holandés de familia protestante, con la misión de investigar las cuentas de la Compañía de las Indias Orientales. «Él era un hombre honrado en un nido de víboras», comenta el escritor británico, en cuya novela «está muy presente la corrupción», la de aquella época y la de siempre.
Detrás de «Mil otoños» hay un exhaustivo proceso de documentación de cuatro años, por un lado, más otro año que pasó Mitchell con su familia en Japón para preparar el libro y para que su hija pequeña «pudiera aprender japonés».
«Mil otoños» es la primera novela histórica de Mitchell, aunque ya había algo de este género en partes de «El atlas de las nubes».
«Es mi primera sinfonía textual ambientada en el pasado», dice con orgullo, y con humor, este autor, convencido de que «si escribes con integridad y con pasión, lo que hagas ya de por sí tiene valor, independientemente de cuándo suceda la novela, aunque sea en el futuro».
La novela histórica ayuda a comprender el presente, asegura, y «puede iluminar el mundo actual de maneras que la Historia directa no puede».
David Mitchell disfruta con su oficio de escritor y reconstruir de forma minuciosa «el mundo perdido» de Dejima ha sido «un placer» para él, que en su novela también habla de «la interacción entre el individuo y la Historia, y del deseo humano de alcanzar la inmortalidad».
Ana Mendoza, Segovia, 25 sep (EFE)