El escritor Carlos Zanón combina una historia de adulterio en decadencia con un negocio de chantajemontado por unos perdedores en su nueva novela, «No llames a casa«, con la que, según ha dicho, continúa «explorando el género negro más allá de sus clichés».
En una entrevista concedida a Efe, Zanón explica que la novela comenzó con un doble deseo: «Quería hablar sobre la degradación de una pareja y por otro lado también me apetecía contar la historia de gente que monta una pequeña empresa basada en el chantaje».
En un momento dado, los dos deseos encajaron y así surgieron «una pareja de adulterio que se va degradando y unos perdedores que se montan un negocio de chantaje a amantes que se citan en hoteles de citas».
Zanón, abogado de profesión, confiesa que su dedicación a la abogacía ha influido en su literatura al permitirle «conocer a personas que viven el presente más inmediato, que no tienen nada que ganar ni perder»; y además, él mismo ha habitado siempre en barrios humildes en los que habían personas que vivían al límite, que habían caído en temas de drogas.
Toda esa base de experiencia personal le ha servido para «la caracterización de los personajes, no tanto para el engranaje de las novelas, pues en este caso el chantaje es totalmente inventado, es ficción, aunque he procurado que fuera creíble».
Ambientada en la actualidad en Barcelona, «No llames a casa» (RBA) narra la historia de Bruno, Raquel y Cristian, que parecen haber dado con el negocio que les sacará de la miseria: Vigilar los alrededores de las casas de citas donde las parejas acuden de día y de noche y cuando salen apuntar las matrículas de los coches para saber el titular del vehículo y después chantajearlo.
Conocido especialmente por su obra poética, Zanón confiesa que no hace una especial distinción entre ambos géneros: «Narrativa y poesía tienen otro formato y reglas, pero en las novelas no evito determinada mirada poética o determinado modo de contar las cosas más propio de la poesía».
En «No llames a casa» Zanón tenía claros el final y los personajes, pero tampoco se ciñe a un guión estricto: «Prefiero tener una brújula para saber por dónde voy a ir, pero siempre se me ocurren cosas que no me había planteado y los personajes me llevan a sitios que a priori no había pensado».
Su anterior novela, «Tarde, mal y nunca», fue «una novela más de mapa, en la que tenía claro cada capítulo, pero ésta segunda ha sido más intuitiva», apunta.
En relación al género negro en España, Zanón piensa que goza de «buen estado de salud y está consolidado más allá de las modas, en parte porque no es un género muy rígido, que da cabida a muchos tipos de escritores».
A su juicio, la novela negra ha ido mutando y hoy es «una manera más de hacer una literatura costumbrista sin necesidad de hacer un panfleto, en la que cabe la crítica social o el cruce con la novela histórica».
Ni como lector ni como autor, dice Zanón, le gustan los personajes tipo, los tópicos y los escenarios habituales: «Me gusta que los personajes sean verosímiles, porque que al protagonista le peguen un puñetazo en un callejón oscuro lo hemos visto muchas veces, y de eso el cine ha tenido mucha culpa, pues juega con mitos y con clichés».
Peor vicio es, como hacen muchos autores, «escribir a partir de películas y series de televisión y no a partir de la realidad», critica Zanón, quien como lector ve a los personajes que salen de esta dinámica como «planos».
No oculta entusiasmo por que el director Daniel Calparsoro vaya a llevar al cine «No llames a casa»: «Este director me gustaba y le envié la anterior novela a su productora y le gustó y cuando hablamos le expliqué el argumento de la que estaba escribiendo y entonces compró los derechos en verano antes de que se publicara».
En la actualidad, Zanón está preparando una nueva novela sobre Jerusalén, que no será novela negra, ambientada en la actualidad, «que habla sobre alguien que se cree Jesucristo».
Barcelona, 19 feb (Jose Oliva / EFE)