En el Nueva York de principios de 2011 no paraba de nevar y hacía mucho frío. El escritor Paul Auster, encerrado en su casa de Brooklyn, empezó el 3 de enero su nuevo título, «Diario de invierno«, una particular autobiografía que ha presentado hoy y en la que se observa a sí mismo desde fuera.
Como una estrella del celuloide, ametrallado por los flashes y con negras gafas, el autor estadounidense ha ofrecido hoy una larga rueda de prensa en Barcelona en la que ha comentado que su último libro -que en EEUU se publicará en agosto- lo concibió como una composición musical, que fue tomando forma mientras pasaban los días porque al principio no estaba «muy seguro» de lo que quería.
Más sobrio de lo que escribió en un primer momento, el resultado final es una no ficción de casi 250 páginas en la que tanto descubre que de muy pequeño se desgarró la cara con un clavo en unos grandes almacenes como que su manera de percibir el mundo cambió completamente cuando a los catorce años un amigo cayó fulminado a su lado por un rayo.
Ha reconocido que le ha supuesto un gran esfuerzo mirarse desde fuera y que lo ha hecho como ocurre «con los ratones de laboratorio».
«Es verdad -ha precisado- que tengo el impulso de escribir cosas sobre mí y no porque piense que lo mío sea más interesante, sino porque creo que si comparto mis experiencias con el lector, éste se puede ver reflejado».
Tras mirarse en el espejo para elaborar este diario publicado por Anagrama, Paul Auster, que ha repetido en varias ocasiones que no ha inventado nada de lo que narra, cree que lo que se ve es «la persistencia de ciertos recuerdos».
«También veo que hay un empate entre las cosas buenas y las malas que me han ocurrido en la vida, lo que quizá nos ocurre a la mayoría de nosotros», ha apuntado.
Todo lo que cuenta le ha sucedido, desde su primera relación sexual con una prostituta negra a que durante la boda con su actual esposa, Siri Hustvedt, a la que califica de «La Única», «el cielo se abriera y se oyera un fuerte trueno. Fue un acontecimiento poderoso», apostilla.
Preguntado sobre si ha tomado apuntes a lo largo de los años para poder contarlos en este momento de su vida, cuando acaba de cumplir 65 años, Auster ha indicado que trabaja siempre a partir de la memoria.
Preguntado sobre la situación actual, ha opinado que el mundo está en crisis: «Pienso que los jóvenes nos están demostrando que la sociedad ha fracasado, que el sistema está roto y lo que toca ahora en este momento único es actuar y pensar cómo queremos vivir en el futuro».
Sobre la polémica en Turquía a raíz de negarse a ir porque cree que no es un país democrático, se ha defendido con un alegato a su país: «EEUU ,con todos sus defectos, es un país en el que no se encarcela y donde hay libertad de expresión y siempre me he sentido libre».
Donde hizo «la única» concesión de su vida fue en Irán, país en el que su libro «Sunset Park» apareció publicado con unos párrafos cambiados respecto al original -en ellos salían la palabra «fetua» y Salman Rushdie-, al acordar con el editor su sustitución en una especie de «lenguaje codificado».
Respecto al hecho de que en España a partir de marzo sus obras antiguas vuelvan a las librerías de la mano de Seix Barral y no de Anagrama -su editorial desde hace años-, ha dicho que no ha leído nada de lo que se ha escrito sobre este hecho y que lo único que puede afirmar es que está «muy contento» con sus editores de siempre porque «son muy buenos».
Barcelona, 21 feb (Irene Dalmases / EFE)