«A la literatura le corresponde hacer la crónica de la extrañeza». Con esa convicción, José María Merino lleva más de 30 años publicando cuentos que suelen reflejar «una mirada fantástica de lo cotidiano», como se puede comprobar en la antología «La realidad quebradiza» que se publica ahora.
Para esta antología, publicada por Páginas de Espuma, Juan Jacinto Muñoz Rengel ha seleccionado una muestra representativa de la decena de libros de cuentos y microrrelatos publicados por Merino, un género del que es un incuestionable maestro y que le gusta de forma especial, aunque también le encanta adentrarse «en las espesuras de la novela», como afirma en una entrevista con Efe.
«Pero la aventura de la novela es mucho más complicada, exige mucho más tiempo. Lo bueno del cuento es lo que tiene de instantáneo, de aventura fugaz, si se puede decir así: entras en un territorio apasionante y permaneces en él solo el tiempo suficiente para ver lo más interesante, lo sustantivo. Y te vas a buscar otro territorio», señala este escritor y académico de la Lengua, cuya trayectoria ha merecido numerosos premios.
Coruñés de nacimiento, pero leonés de adopción, Merino está «muy satisfecho» con la selección que ha hecho Muñoz Rengel porque recoge «acertadamente los diferentes aspectos» de su obra breve, desde sus primeros cuentos hasta los últimos minicuentos. «Es un testimonio sintético, especialmente fiel y riguroso, de lo que ha sido mi trabajo», dice.
«La realidad quebradiza» contiene una singular introducción, escrita en clave de humor, en la que el antólogo realiza un «Viaje al centro de la mente de José María Merino» y encuentra increíbles dosis de curiosidad, «todo tipo de misterios», «fascinación por los motivos fantásticos, y la determinación de pasar el resto de la vida explorando los límites imposibles de la mente y del universo».
En su exploración, el autor de «El asesino hipocondríaco» ve también otro de los grandes temas de la literatura de Merino: «la memoria como evocación y reconstrucción poética, la memoria como base de la identidad», y tropieza con la sorprendente imaginación del autor de «Cuentos del reino secreto», su primer libro de relatos.
Tras ese título vendrían «El viajero perdido», «Cuentos del barrio del refugio», «Cinco cuentos y una fábula», «Cuentos de los días raros» y «El libro de las horas contadas», además de numerosos minicuentos.
Como ejemplo de sus microrrelatos podría servir el de «Temores infundados»: «Esta mañana me he despertado con un miedo angustioso a no poder volar, y la desagradable impresión persistía mientras iba subiendo por la escalera de la terraza, con la gabardina bien ceñida y mi cartera colgada de una mano. Sin embargo, me he lanzado al vacío, he emprendido el vuelo sin problemas, y he llegado con toda puntualidad a la oficina».
Nada como la ficción, la literatura, dice Merino en la larga entrevista que cierra el volumen, «para profundizar en el conocimiento de lo que somos, de cómo nos comportamos, de cómo amamos u odiamos, de nuestras actitudes y modos de sentir más hondos e inexpresables».
¿Y serviría la literatura para tratar de comprender la crisis económica que padece medio mundo?
«La literatura -le dice Merino a Efe- nos puede explicar las repercusiones humanas, tanto íntimas como sociales, del fenómeno. Lo demás tendrían que explicárnoslo los responsables políticos mundiales, los banqueros, los que toman las decisiones financieras, que hagan lo que hagan disfrutan de una sorprendente impunidad».
Y para evitar la impunidad, Merino cree «necesario restablecer como norma ese ‘juicio de residencia’ que se hacía a los virreyes coloniales cuando terminaban su mandato».
«Los políticos, tanto los nuestros como los de los demás países democráticos, con independencia de que actúen con buena o mala fe, deberían responder públicamente de sus decisiones al final de su mandato, en una especie de auditoría que debería estar legalmente promulgada», opina el escritor.
Madrid, 18 may (Ana Mendoza / EFE)