Enanos, acróbatas, elefantes, malabaristas o trapecistas, que se cruzan con la mujer barbuda, se dan cita en el libro de microrrelatos «Fenómeno de circo», de la argentina Ana María Shua, una maestra del género que tuvo antecesores como Borges y Bioy Casares, y que hoy es un fenómeno en alza gracias a Internet.
Con la red se multiplican las posibilidades de este género, que por su breve extensión encuentra en ella un vehículo rápido y posible para desarrollar el ingenio en apenas veinte líneas.
«Pero, ojo -advierte Ana María Shua (Buenos Aires, 1951)-, muchas veces los críticos han sido muy escépticos con esto porque se corre el peligro de que un mal escritor puede tener un momento de talento y hallar una frase genial, pero eso no es así porque este género tiene sus propias y leyes», explica la escritora en una entrevista con Efe.
«Antes, los críticos consideraban el microrrelato como una modalidad del relato, pero hoy ya no es así, y fueron ellos mimos quienes lo bautizaron como microrrelatos o pequeñas ficciones. Fue un descubrimiento como el de Colón, porque ya existía de antes -matiza con humor-. Cuando yo empecé, en el 75, sentí que me incorporaba a toda una larga tradición», afirma Shua.
«Fenómeno de circo», publicado por Páginas de Espuma, se presentará la próxima semana en Barcelona, junto con otra gran autora de microrrelatos, y también argentina, Flavia Company, y en octubre saldrá en Argentina.
Y este bello libro, acompañado de algunas impactantes ilustraciones, tiene también una peculiaridad y es que es monotemático, todo ello es circo, a diferencia de muchos volúmenes de relatos, que suelen ser sobre asuntos variados.
Así es que pasen y vean: la alegría, el brillo y los oropeles se mezclan en estos breves textos, realizados con las piruetas del lenguaje, con la melancolía y lado más nostálgico y triste que también tiene el circo.
«Me interesa el circo como metáfora de la vida y con todas esas cosas que el ser humano está dispuesto a hacer para obtener el aplauso», subraya la autora.
Todo empezó, cuando por encargo, hace años escribió una minificción sobre un mago y un serrucho. «A partir de ahí comencé a tirar del hilito, vinieron más magos y se comenzó a montar el circo, sin pensar; pero es cierto que la elección de los temas para los escritores es una de los misterios más grandes de la literatura», añade Shua, autora también de novelas, literatura infantil y poesía.
El resultado de este libro es un retrato lleno de humor, ironía y mucha melancolía esparcido en múltiples piezas circenses que requieren la atención del lector, otra de las características del microrrelato, en opinión de la autora, premiada por la editorial Losada.
«El microrrelato necesita parte activa del lector y no se liquida con una lectura rápida. Mucha gente considera que esto se lee como un relámpago, y no es así. Se exige la participación del lector, como en las artes marciales se necesita la fuerza del adversario para derribarlo. Aquí, el lector complementa el significado», apunta la autora.
«Además -continúa-, el microrelato exige unos minutos después de su lectura para que se produzca su comprensión, y a esto ayuda que se publiquen cada uno en una página y con mucho espacio en blanco», recalca Shua.
Fue en 1955 y en Argentina cuando Jorge Luis Borges y Bioy Casares publicaron un volumen de «Cuentos breves», un conjunto de pequeños relatos entre dos páginas y dos líneas. Una nueva invención literaria que también tiene otro gran ejemplo en julio Cortázar, con «Historias de Cronopios y de Fama». Y así en toda Latinoamérica, con otro gran símbolo, como Augusto Monterroso.
Pero, a pesar de que en Latinoamérica es un género arraigado y seguido, no hay editoriales que lo publiquen, se lamenta Shua. Hay muchos escritores, pero todos publican en editoriales de autor, es un género como la poesía, y en su mayoría se autofinancian», concluye.
Madrid, 5 sep (EFE)