El experto en cómics Toni Guiral ha dirigido la edición de coleccionista más ambiciosa de ‘Mortadelo y Filemón‘ (Signo Editores), en la que ha reunido más de 3.000 páginas de historietas y contenidos nunca reeditados que permiten disfrutar con las peripecias de los agentes más famosos del tebeo español.
«‘Mortadelo y Filemón’ se puede dividir en dos etapas editoriales muy concretas: historias cortas e historias largas. A partir de aquí, lo complicado es hacer la selección, que siempre se mueve entre tu gusto personal y el gusto del público», explica Guiral (Barcelona, 1959) en una entrevista con Efe.
«Los álbumes de deporte siempre han sido muy populares, aunque para mí no sean los mejores. No se puede pensar únicamente en los grandes especialistas de ‘Mortadelo y Filemón’, sino que debes incluir las historietas más significativas, aquellas que puedan aportar más información adicional y otras características de los personajes principales», añade.
Los geniales personajes de Francisco Ibáñez vieron la luz en 1958, por lo que suman más de medio siglo haciendo las delicias de todos los aficionados al cómic, una cantidad ingente de aventuras que Guiral ha recopilado en tres grandes apartados.
El primero corresponde a las historietas cortas que Ibáñez realizó entre 1958 y 1982, periodo que engloba los orígenes de la serie (1958-1969, cuando aún se llamaba ‘Mortadelo y Filemón, agencia de información’) y las tramas publicadas en revistas como Mortadelo, Superpulgarcito o Supermortadelo (1969-1982; la serie ya se llamaba ‘Mortadelo y Filemón’ y ambos personajes trabajan en la T.I.A.).
«Las historias de 1958 a 1969 son verdaderos cantos al surrealismo, muy bonitas e interesantes. Hay muchas historietas de una página que se pueden entender sin necesidad de leer los bocadillos, lo cual habla muy bien de la capacidad de Ibáñez para poner en escena una anécdota y desarrollarla a la perfección de forma visual», detalla Guiral.
«Además, estas pequeñas historietas nos permiten ver la evolución del trazo de Ibáñez, cómo madura su estilo, cómo gira su grafismo hacia unestilo franco-belga que luego hará suyo por completo. Es una etapa muy interesante», apunta.
El segundo apartado de esta colección incluye cincuenta álbumes completos de aventuras largas, dibujadas entre 1969 y 2008, entre las que se pueden encontrar títulos míticos como ‘El sulfato atómico’; ‘Valor y… ¡al toro!’, ‘Safari callejero’, ‘Contra el ‘gang’ del Chicharrón’, ‘El elixir de la vida’, ‘Mundial 78’ o ‘Moscú 80’.
«Las historias cortas llevaban diez años publicándose, pero es a finales de los sesenta cuando Bruguera intuye que ‘Mortadelo y Filemón’ eran muy populares. Por eso lanzaron ‘El sulfato atómico’, que tuvo unas ventas muy buenas. Los álbumes largos son el punto de inflexión de la serie a todos los niveles», afirma Guiral.
«En mi opinión, las historias largas más destacadas son las primeras, porque es donde Ibáñez empieza a desarrollar la personalidad de Mortadelo y Filemón, pero también a integrar a otros personajes como Bacterio o el Superintendente. Por otro lado, Ibáñez hizo un esfuerzo por enriquecer el dibujo, y eso llama mucho la atención», apostilla.
La selección se completa con las cubiertas de los números 0 a 100 de la revista Mortadelo, unas obras que, como resalta Guiral, «no son portadas al uso, sino portadas de historieta, una especie de variante de Ibáñez en la que cada portada tenía un diseño distinto».
En definitiva, esta edición de coleccionista se presenta como una oportunidad magnífica para comprender el éxito de «Mortadelo y Filemón», dos pajarracos cuyas aventuras se siguen editando con regularidad. «Es indiscutible que Ibáñez ha sabido encontrar los temas y la forma de tratarlos», confirma Guiral.
«Muchas de sus historias inciden en la vida cotidiana de nuestro país y del mundo, desde la llegada del euro a la corrupción política, pasando por los ordenadores, el racismo o los okupas. Son temas que están en la calle y que él retoma a su manera. Además, es evidente que Ibáñez sabe conectar con el público, encontrar el tic que hace gracia a los lectores», remata.
Por Julio Soria (EFE), Madrid