Soledad Puértolas reescribe «La Celestina» en el español del siglo XXI

Los escritores suelen ser, por definición, osados, y esa osadía le ha venido muy bien a Soledad Puértolas para acometer la difícil tarea de reescribir en el español del siglo XXI «La Celestina«, un clásico de finales del siglo XV «que tiene mucho de novela moderna» y que supone «el triunfo de la palabra».

De «la magia» que encierra la gran obra de Fernando de Rojas habla Puértolas en una entrevista con Efe, en la que califica «La Celestina» de «libro irrepetible» y asegura que «está mucho más cerca de la sensibilidad del lector actual que «La Regenta«, ya que en la novela de Clarín «abundan las descripciones de costumbres y el retrato social», y «en esta otra se lo tiene uno que imaginar».

La versión moderna de «La Celestina» se publica en la colección Odres Nuevos de Castalia, que ya acercó al lector obras fundamentales de la Edad Media y que, en su nueva etapa, adapta títulos del Renacimiento.

Y es que, además de «La Celestina», ven también la luz «Los naufragios», de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, en versión de José María Merino, y los «Entremeses», de Cervantes, adaptados por Andrés Amorós.

Puértolas aceptó «de inmediato» la propuesta de Castalia de convertir en «totalmente comprensibles» para el lector actual los amores prohibidos de Calisto y Melibea.

«Era una empresa sugestiva», asegura esta novelista y académica de la Lengua, que ha disfrutado lo indecible «traduciendo» al español actual un libro «en el que el idioma está todavía haciéndose dado que está escrito un siglo antes que el Quijote».

En «La Celestina» la lengua «es un torrente casi salvaje, lleno de fuerza y de luz y extremadamente ambicioso, que busca precisión, matices, juego, belleza, claridad, complejidad, expresividad, comunicación, arte», afirma Puértolas en el prólogo.

La nueva edición de «La Celestina» tiene la misma extensión que la de Fernando de Rojas y su misma «magia», pero el lenguaje sí cambia con frecuencia para hacerlo más comprensible.

Las diferencias son notables. Al principio de La Celestina, en la edición que Maite Cabello hizo en 1989 para Círculo de Lectores (una de las que ha utilizado Puértolas), le dice «el autor a un su amigo»: «Suelen los que de sus tierras ausentes se hallan, considerar de qué cosa aquel lugar donde parten mayor inopia o falta padezca…».

«El autor a un amigo», escribe Puértolas en su versión, que sigue así: «Quienes se hallan ausentes de su tierra suelen considerar cuál es el defecto o la falta más grave del lugar del que han partido…»

El monólogo final de Melibea comienza así en la versión de Cabello: «Padre mío, no pugnes ni trabajes por venir adonde yo estoy, que estorbarás la presente habla que te quiero hacer. Lastimado serás brevemente con la muerte de tu única hija…»

Y reescribe Puértolas: «Padre mío, no trates de venir a mi lado. Si vinieras, yo no podría pronunciar las palabras que te quiero decir. Dentro de muy poco vas a sufrir la muerte de tu única hija…».

«La Celestina» reúne todos los elementos para ser «obra maestra». Los personajes tienen una gran fuerza, en especial el de la alcahueta Celestina que, gracias a esta tragicomedia, se convierte en un personaje literario de fama universal.

«El reto era complicado», reconoce Puértolas, que ha mantenido «casi igual» el final «maravilloso» de esta obra: «¿Por qué me has dejado triste y solo en este valle de lágrimas?», se pregunta Pleberio, tras la trágica muerte de Melibea, su hija.

«Es uno de los finales más dramáticos que conozco», subraya la novelista, quien cree que «La Celestina» es más «una novela que una obra de teatro». Y una novela actual, «donde lo que importan son los personajes».

José María Merino se ha encargado de poner en «un castellano inteligible, actual» «Los naufragios», de Álvar Núñez Cabeza de Vaca. «Es uno de los grandes libros de aventuras desde el Renacimiento hasta nuestros días», asegura en declaraciones a Efe.

Merino se atreve a decir que, si esta obra fuese anglosajona o francesa, «sería un clásico con toda seguridad y se leería en todas partes».

Pero pesa sobre ella la leyenda negra de la conquista de América, comenta este narrador y académico, que, en su adaptación, ha procurado «no traicionar el espíritu» de este libro que cuenta la expedición de Pánfilo de Narváez, en 1527, a Florida.

Un viaje que terminó de forma dramática diez años después con solo cuatro supervivientes de las 600 personas que lo iniciaron.

«Es un libro precioso», asegura Merino al referirse a la crónica de «un individuo que ha caído en manos de una serie de tribus de indios y que cuenta su historia estremecedora, impresionante».

«Está escrito sin criterio imperialista. Cabeza de Vaca era muy crítico con lo que estaban haciendo los españoles por allí: esclavizar a los indios», concluye.

Madrid, 26 abr (Ana Mendoza / EFE)

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