Cinco años después de terminar con su serie de historietas «Mujeres alteradas», la dibujante argentina Maitena Burundarena da el salto a la literatura con «Rumble«, una novela con tintes autobiográficos que la ha ayudado a reconciliarse con su adolescencia.
Tras más de veinte años dibujando mujeres «superadas», «alteradas» y «con curvas peligrosas» que dieron la vuelta al mundo y fueron publicadas en diarios y revistas de más treinta países, Maitena (Buenos Aires,1962) decidió colgar los lápices y tomarse un año sabático.
Cinco años más tarde vuelve con «Rumble» (Lumen), una novela con tintes autobiográficos sobre una adolescente, con un madre desbordada por la presión de una familia numerosa y un padre católico y severo en la Argentina de los años 70.
«No me siento más la persona que escribió mujeres alteradas. Sentí que el lenguaje de las historietas estaba agotado para mí, y la idea de la novela surge como un desafío de crear algo distinto», explica Maitena en una entrevista con Efe en su casa de Buenos Aires.
«Había escrito siempre cuadernos con ideas, con bocetos, pero no sabía que me iba a gustar tanto escribir», admite Maitena, que confiesa sentirse como «una principiante» en su aventura literaria, y eso es, dice, «una de las cosas que más me estimulan».
Empezó con relatos cortos y terminó embarcada en una novela que la trasladó a su adolescencia, entre los 12 y los 15 años, antes de su prematura maternidad.
Pese a las muchas coincidencias con su vida, «Rumble» -un término que sirve a la joven protagonista para calificar todo aquello que le provoca dentera-, es un «trabajo de ficción, una construcción», y a la vez «un viaje a un tiempo y un lugar en el pasado» que ayudó a la autora a «mirar -asegura- de distinta manera a mi madre».
En la novela, escrita en primera persona, la madre de la protagonista, de origen lituano, no puede soportar el peso de seis hijos y de un esposo católico y conservador, sufre de los nervios hasta el punto de tener que ser ingresada en un psiquiátrico y «toma pastillas para dormir y también para levantarse».
«Escribiendo Rumble pude entender a mi madre, con la que había mantenido una relación muy conflictiva. La entendí fácil porque la vi desde afuera. Durante la escritura empecé a visitarla y llegué hasta ella, fue fácil, agradable, placentero y tranquilizador para el resto de mi vida», reconoce Maitena, que no alcanzó a enseñarle la novela a su madre, de origen polaco, fallecida el pasado año.
Sexta hija de una familia de siete hermanos, este acercamiento a la figura materna la ayudará sin duda en su próximo proyecto: una novela sobre las relaciones entre padres e hijos en la que espera no repetir algunos «vicios» de su ópera prima, como la base autobiográfica.
Maitena, que tuvo sus hijos a los 17, los 19 y los 38 años, disfruta con la idea de volcarse en lecturas sobre el tema para preparar su nuevo trabajo, que tendrá también una protagonista femenina.
Mientras, ha decidido cambiar las largas caminatas por la playa en la costa uruguaya, donde ha residido durante los últimos años, por la agitación de Buenos Aires, precisamente para acompañar a su hija menor.
Buenos Aires, 17 sep (Mar Marín / EFE)