Una nueva hornada de escritores paquistaníes que han optado por el inglés como lengua literaria están cosechando gran éxito en Occidente, con fabulaciones sobre las relaciones de poder en un país en crisis y en proceso de cambio.
Pocas cosas unen, desde el punto de vista estilístico, a autores como Daniyal Mueenuddin, Mohammed Hanif, Mohsin Hamid, Nadeem Aslam o Kamila Shamsie, pero todos ellos forman parte del llamado «boom» paquistaní, que ha tomado las librerías de medio mundo.
«Pakistán está atravesando un periodo de transición complicado. Es muy estimulante», analiza Mueenuddin en una entrevista con Efe en su residencia de Lahore, la capital cultural de Pakistán.
El autor del libro de relatos «In Other Rooms, Other Wonders» cree que estos escritores tienen sus raíces en Pakistán pero recibieron «las herramientas para escribir» con el lector occidental en mente.
Él es un buen ejemplo: le inspiran tanto Chéjov como Manto -el cuentista más reconocido en urdu- y, tras una primera obra en la que se sumerge en el mundo rural paquistaní, ahora escribe una novela ambientada en Estados Unidos.
La última novedad, sin embargo, es de Mohammed Hanif, quien quiere prorrogar el rotundo éxito de «La explosión de los mangos», una novela en la que jugó con la intriga y llevó a la ficción la muerte del dictador militar Zia-ul-Haq (1924-1988).
Ayer presentó en Islamabad su esperada segunda novela, «Our Lady of Alice Bhatti», que tiene como personaje principal a una enfermera cristiana.
A ambos literatos la fama les llegó de forma casi instantánea y con su primer libro, síntoma de que el lector occidental parece cada vez más interesado en lo que se escribe en este país.
Uno de los pioneros de esta hornada de escritores con origen en Pakistán fue Mohsin Hamid, con su conocido título «El fundamentalista reticente», que cuenta la vida de un paquistaní tras el 11-S.
Tanto Nadeem Aslam, que da a sus escritos una gran potencia emocional y estética, como Kamila Shamsie se han hecho un hueco también en las ventas de libros en el extranjero.
Los géneros y los temas que cultivan no son nuevos en la literatura paquistaní: Saadat Hasan Manto (1912-1955), sin ir más lejos, ya discutió abiertamente sobre el sexo y la violencia con el traumático escenario de la partición del subcontinente de fondo.
La diferencia es que esta nueva generación vive entre Oriente y Occidente y considera el inglés su lengua de expresión natural, aunque no rehuye de la ambientación paquistaní.
«Es una generación (de escritores) con una conexión paquistaní y sentimientos complejos sobre su identidad», resume Mueenuddin.
Algo parecido sucedió durante las últimas décadas con un grupo de escritores de origen indio que encontró en el inglés su puente a Occidente.
Tras la irrupción fulminante de Salman Rushdie y sus «Hijos de la medianoche» siguieron muchos más autores, como Amitav Ghosh, Vikram Seth, Arundhati Roy o Kiran Desai: una carrera de éxito a la que se están intentando añadir sus vecinos.
Publicado el año pasado, el número 112 de la revista literaria británica «Granta», dedicado a Pakistán, sirvió como una presentación formal al público occidental de estos autores, que contribuyeron a la publicación con diferentes textos.
En el volumen, exquisitamente editado, Aslam desarrolla un relato desgarrador, Mueenuddin compone un poema de sabor rural y Shamsie ensaya una aproximación a la cultura pop.
Son testimonios literarios del variado mosaico narrativo paquistaní, con argumentos que van más allá del «kaláshnikov» y la violencia armada y que giran en torno a la corrupción, la desigualdad social, la mujer y el conflicto identitario.
Lahore (Pakistán), 14 sep (EFE)