Desde hacía un año, Leopoldo María Panero salía poco de la unidad psiquiátrica donde estaba hospitalizado hacía dieciséis años en Canarias, pero, en su afán de conseguir el reconocimiento que nunca le llegó, el poeta madrileño no abandonó nunca la poesía, hasta que la pasada noche la muerte le visitó.
El autor de «Así se fundó Carnaby Street«, hijo de Leopoldo Panero, considerado el poeta oficial del franquismo, y la escritora y actriz Felicidad Blanc, manifestó hace años que estaba cansado de estar «siempre solito», en ese calvario de más de 40 años de duración que le llevó de «manicomio en manicomio», como él llamaba a los psiquiátricos en los que estuvo internado en media España.
Pero también se encargaba de hacer saber a sus amigos, como ha contado Adolfo García, quien convivió estrechamente durante casi una década con Panero en Las Palmas de Gran Canaria, que «esperaba algún premio, el Nobel o algo así».
Además, el poeta achacaba el hecho de no haber logrado ese reconocimiento, según García, al título de «poeta maldito» y a la «etiqueta de loco» que le asignaron por pasar largas estancias en centros psiquiátricos desde su juventud.
Y es que, pese a que fue diagnosticado de esquizofrenia a los 17 años, nada le impidió escribir entre cigarros y Coca-Cola obras como «Requiem» (1984), «Así se fundó Carnaby Street» (1970), o «Last river Together» (1980), entre otras.
Tras su fallecimiento, la que fuera una de sus editoriales de cabecera, Huerga & Fierro ha informado hoy de que el próximo otoño publicará «Rosa enferma», un poemario inédito del madrileño que la editorial ha descrito como «negro» y «oscuro».
«Son poemas muy negros, absolutamente negros, con sabor a despedida total. Muchos de ellos tienen carácter lapidario», añade la editora Charo Fierro, quien ha agregado que el título fue elegido por el autor el pasado junio durante la Feria del Libro de Madrid.
«En cada poema parece que se está despidiendo de la vida. Coquetea con la muerte constantemente. Es su libro más negro», ha recalcado la editora, al tiempo que ha añadido que «hoy finalmente Leo se ha liberado de la vida», porque él tuvo siempre «un noviazgo con la muerte».
Sobre esa muerte que rondaba continuamente a Panero también ha reflexionado el escritor y poeta Luis Antonio de Villena, muy cercano a Panero desde joven y amigo personal de la familia.
«Siguió un camino de autodestrucción, que podía ser malo; podría estar uno de acuerdo con él o no, pero era el que había elegido. Si le hubieran dejado seguir este camino, habría muerto hace mucho», ha confesado De Villena.
En cuanto a la obra de su «amigo», el narrador madrileño no tiene «duda» de la «singularidad» de los textos de Panero, de su «buena poesía inicial», de sus «fogonazos estupendos», ni del papel significativo que ha tenido como «maldito terminal».
El también escritor Vicente Molina Foix ha coincidido con De Villena a la hora de calificar la poesía de Panero. «Leopoldo María Panero ha escrito los mejores poemas de su generación, que han aportado sobre todo originalidad, algo que debe a la poesía de Artaud, el gran poeta francés que más le influyó, al que además con los años se fue pareciendo físicamente».
Para Foix, «la poesía de base irracional» de Panero se fue mezclando con una poética del «sinsentido», pero luego entró en una dinámica diferente, cuando comenzó a «tener problemas» y a «abandonarse a sí mismo».
Por su parte, el escritor leonés Antonio Colinas ha encontrado en la obra del que también fuera su amigo, a un poeta «llamativo y provocador».
Refiriéndose al primer punto de vista, al más profesional, Colinas ha explicado que su obra está «perfectamente a tono» con lo que se necesitaba a finales de los años 60: «La poesía social y la neoclásica».
Respecto a su vida personal, Colinas ha contado que, «por encima de la teatralidad», lo que explica la vida «solitaria e infernal» de Panero es el fuerte desarraigo familiar que sufrió con la prematura muerte de su padre.
Precisamente, es esta pérdida la que se destaca en uno de los documentos más valiosos en los que se podrá recordar al poeta, el documental «El desencuentro».
Realizado por Jaime Chávarri en 1976, la cinta retrata la decadencia de una familia burguesa tras la muerte del cabeza de familia, y en ella, tanto Leopoldo María como su madre y sus hermanos, Juan Luis y Michi, pasan de magníficos conversadores conscientes del escenario en que se mueven, a mostrar sin querer sus contradicciones y sus facetas más ocultas.
Panero (1948-2014) será incinerado mañana en el Tanatorio San Miguel de la capital grancanaria, donde su cuerpo está siendo velado desde esta tarde.
Madrid, 6 mar (EFE)