El poeta y crítico británico John Dryden (1631-1700) era un hombre ácido por naturaleza al que su mujer le recriminaba constantemente que estaba todo el día rodeado de libros y absorto en el trabajo, mientras que a ella la relegaba a un segundo plano.
«¿Sabes que John? le dijo un día, desesperada, me gustaría convertirme en un libro para que al menos me hicieses un poco de caso».
A lo que Dryden replicó: «si decides convertirte en libro, procura que sea en almanaque. Así podré cambiarte el próximo año».