El escritor Antonio Gala, gran amigo de juventud de Félix Grande y de su esposa, la poeta Francisca Aguirre, se ha mostrado muy emocionado, sobrecogido y sorprendido por la noticia de la muerte del poeta. «Esto no era lógico, porque el que tenía que precederlo con toda certeza era yo», ha señalado.
«Yo estoy aquí retirado, me he venido al campo (a La Baltasara, su casa de Alhaurín, Málaga). Félix y Paca eran mis hermanos verdaderos: estoy destrozado», ha comentado Gala, con la voz entrecortada.
Félix Grande hizo un emotivo «laudatio» de Antonio Gala en 2011, cuando éste recibió el premio Quijote de Honor, otorgado por la Asociación de Escritores de España. Grande y Francisca Aguirre fueron amigos de Antonio Gala desde los tiempos duros del franquismo, cuando los tres se «buscaban la vida» en Madrid.
Para el poeta Juan Carlos Mestre, con la muerte de Félix Grande no desaparece la persona «sino que continúa su ejemplar conducta civil».
«Fue alguien que hizo de la poesía un acto de legítima defensa contra los horrores de este mundo, alguien que asumió el imperativo categórico de la memoria como conducta civil e hizo de la poesía una casa de huéspedes para todos aquellos expulsados de la razón por la crudeza del sistema», ha subrayado el poeta leonés.
«En otro sentido -ha recalcado-, su teoría del flamenco es la instauración de una casa moral donde adquiere identidad el pueblo gitano, la música popular y el gran relámpago de la emoción que atraviesa la cultura de los pueblos».
«Me gustaría destacar la ejemplar conducta civil de un hombre que en todas las instancias de su vida tuvo en cuenta al otro como un semejante, en estos tiempos de crisis de valores. Su obra es algo mas que el faro de una utopía», ha subrayado.
Toda su obra, desde sus comienzos hasta sus últimas reflexiones sobre Auschwitz, procede de alguien que comprometió su vida, su inteligencia y su pasión con los perdedores, los débiles y las víctimas. Y eso creo que justifica una vida».
Félix Grande publicaba hace dos años su último poemario, «Libro de familia» (Visor), una creación que nació después de 40 años de voz dormida, un libro que se apoyaba en los pilares básicos de su vida y que no eran otros que su infancia, su madre, su mujer, el padre de Francisca Aguirre, la música de Bach, el flamenco, Antonio Machado y César Vallejo.
Estos eran algunos de los puntos en los que se apoya «Libro de familia», un poemario muy libre, sin miramientos ni concesiones, donde alterna el verso libre, el soneto o la silva, con la prosa, nacido al eco de ese simbólico sonido de una tos provocada por una crisis.
Una idea que le llevó al poeta a decir que «las crisis hacen crecer al lenguaje. Aunque ojalá no crezca tanto el lenguaje para que no continúe la crisis», precisó con ironía en una entrevista con Efe.
«Dentro de poco voy a cumplir 75 años -dijo entonces-, y este libro no se puede decir que sea póstumo o el último, pero sí que resume, más que abre caminos. Cuando me di cuenta de que la poesía había llamado a mi puerta, la dejé entrar, cerré el cerrojo y me sentí extraordinariamente libre y libertario para escribir», explicó este poeta, amigo de los flamencos, nacido en Mérida, criado en Tomelloso y madrileño de adopción.
Madrid, 30 ene (EFE)