El novelista australiano Richard Flanagan ganó hoy con una historia ambientada en la Segunda Guerra Mundial la primera edición del premio Man Booker, el más prestigioso del Reino Unido, en la que el jurado consideró obras de escritores estadounidenses.
Flanagan se vale en su sexta novela, «The Narrow Road to the Deep North», de los recuerdos de su padre, un antiguo prisionero del ejército japonés, para narrar la historia de un cirujano que trata de salvar a los trabajadores forzados que construían en la década de 1940 el llamado Ferrocarril de la Muerte, entre Tailandia y Birmania.
«Cuando era niño, mi padre me enseño las palabras japonesas ‘san byaku san ju go’. Era el número 335, al que él respondía cuando era un esclavo de los japoneses», relató Flanagan, que escribió diversos libros de historia antes de sumergirse en la ficción.
«Lo que esas palabras despertaban en mí no era un lugar común, ni un concepto familiar o trillado. Despertaban, creo, un extraño misterio. Ocasionalmente, tenía una breve iluminación sobre lo que significaba ese enigma», relató Flanagan, tercer australiano que gana el Man Booker, para quien «a veces un escritor trata de comunicar lo incomunicable».
El autor, de 53 años, publicó su primera novela en 1994 («Death of a River Guide») y obtuvo el éxito literario en 2002 con «Gould’s Book of Fish», su tercer libro.
Flanagan ha pasado más de una década perfeccionando la historia con la que ha conquistado al jurado del Man Booker.
Según él mismo ha relatado, su padre murió a los 98 años el mismo día en el que decidió poner el punto final al libro que se inspira en su experiencia en la Segunda Guerra Mundial.
La duquesa de Cornualles, Camilla, entregó en una ceremonia en la sala Guildhall de Londres un galardón dotado con 50.000 libras (64.000 euros) que aspira a asentarse como uno de los premios de referencia en la ficción en lengua inglesa.
Con ese objetivo, el Man Booker anunció hace algo más de un año un cambio en sus bases que abría la puerta a que a cualquier autor en lengua inglesa que hubiera publicado su obra en el Reino Unido optara al galardón, una medida que, en la práctica, significaba que se permitía la participación a autores de Estados Unidos.
Hasta ahora, podía presentarse cualquier escritor británico, irlandés o bien originario de un país de la Commonwealth.
El jurado de esta edición, presidido por el académico Anthony Clifford Grayling, seleccionó a seis finalistas -tres británicos y dos estadounidenses, además del ganador- de entre más de 150 trabajos presentados.
El panel de jueces, que deliberó durante tres horas antes de pactar el ganador de esta edición, no se «molestó en tener en cuenta el sexo o la nacionalidad de los autores», según describió Grayling, que calificó la obra de Flanagan como una «novela soberbia».
«Lo mejor y lo peor de tener que juzgar un libro es cuando das con uno en particular que te golpea tan fuerte en el estómago que te impide coger el siguiente ejemplar de la pila durante un par de días», afirmó el presidente de un jurado que en los últimos años ha mostrado una acusada tendencia a buscar ganadores más allá de las islas británicas.
Sin ir más lejos, el año pasado se llevó el galardón la neocelandesa Eleanor Catton, autora de «The Luminaries», que con 28 años fue la ganadora más joven del certamen y esta semana ha asegurado que el premio le ha cambiado la vida.
En esta ocasión, se quedaron sin el premio dos de los principales favoritos en las casas de apuestas, el británico de origen indio Neel Mukherjee y el inglés Howard Jacobson, que optaba a llevarse el premio por segunda vez.
Tampoco se llevaron a casa el Man Booker los dos estadounidenses seleccionados como finalistas: Karen Joy Fowler, autora de «We Are All Completely Beside Ourselves», y Joshua Ferris, que presentaba «The Rise Again at a Decent Hour».
Londres, 14 oct (Guillermo Ximenis / EFE)